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 Capitulo 00

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kaidoh-kiddo
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Tu Personaje
Tu personaje:
Tu personaje de Tenipuri: Kaoru Kaidoh
Tu Prince or Princess: Inui Sadaharu

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MensajeTema: Capitulo 00   Capitulo 00 Icon_minitimeVie Abr 02, 2010 11:48 pm

Bueno... Todo este fic está dedicado a Hikaru y Akemi, que son las que debieron soportar esto desde el principio XDDD Muchas gracias por su apoyo!!! ^^ También, especiales gracias a Hikaru por hacerme de editora y ayudarme a mejorar todas las partes que a mi no me quedaban bien, y ofrecerme constante feedback y sugerencias ^^ Espero que lo disfruten!!!




Dragon Blood 00

El carruaje rodaba por el amplio sendero de tierra, tirado por cuatro caballos marrones con una pequeña mancha blanca en la frente, distintivo del reino al que pertenecían y su distinguida raza. El carruaje mismo daba señas, a mera vista, de que quien iba dentro poseía un titulo sumamente importante, o al menos dinero suficiente para aparentarlo. Las decoraciones de oro destellaban con el brillo del sol al pasar por campos completamente chatos. Solo a lo lejos, como una promesa distante, se divisaban montañas, aunque las puntas blancas prometían temperaturas arduas. Por ahora, el brillo del sol era suficiente para convertir el carruaje en una caldera.

-No veo porque no puedo abrir la maldita ventana. Voy a sofocarme aquí dentro, y recién llevamos 3 horas de viaje! – Se quejó la muchacha que iba dentro. Su ropa, ligera, y de paños tan delicados que se podía entender su rareza y precio sin ser un especialista, destacaban su hermosa figura. Rasgos delicados marcaban su rostro, enmarcado por una cabellera que rivalizaba al sol en su fulgor rojizo, y, resaltando aun más por ello, un par de ojos verdes que podrían pasar por esmeraldas. La princesa del reino de Sengoku era todo lo que uno podía esperar del titulo. Sin embargo, su postura, con ambos pies apoyados sobre el asiento opuesto, y su vocabulario, el cual describía coloridamente el efecto del calor del sol sobre un carruaje oscuro, contrastaban visiblemente con su titulo.

-Porque no podemos arriesgarnos a que sufra daño si alguien ve quien viaja aquí dentro, Alteza. Estas tierras no son pacificas como su hogar – Contestó el muchacho de pelo negro y lentes cuadrados que, sentado frente a ella, la miraba con resignación, claramente acostumbrado a los modos de la chica. La muchacha le dedicó una mirada de fastidio.

-Porque el carruaje es extremadamente disimulado, no? Además, aunque la ventana esté cerrada, no va a impedir que una espada la atraviese, o que una flecha la perfore, o que un ataque de magia la desintegre.- Explicó, por lo que parecía ser la octava vez desde que habían subido. – Y puedes dejar de llamarme Alteza!? Desde que salimos de casa que no dejas de hablar raro, que rayos te sucede!?

El muchacho dejó toda pretensión de formalismo y se encogió de hombros.

-Hikaru, seamos o no seamos amigos de toda la vida, tienes que entender que sigues siendo Realeza, y no puedo tratarte como mi igual frente a ellos, aunque en casa siempre lo hagamos. No es correcto. – Esa explicación, lejos de calmar a la chica, pareció encenderla en llamas de furia.

-Pues me importa un bledo que sea o no correcto! No voy a comenzar a actuar como una princesita inútil y malcriada solo porque decidieron casarme con un idiota vulgar y horrible que encima vive a mundos de distancia! Si quiero que me llames Hikaru, Sadaharu, lo harás, y me importa poco y nada lo que piensen en este estúpido reino o el imbécil de mi futuro esposo!- Dijo, mencionado las ultimas palabras con desagrado. Inui Sadaharu, amigo de toda la vida de la muchacha, suspiró, resignado a los exabruptos de la chica. En cierta forma, no podía evitar compadecerse de su situación. El reino de Sengoku al cual pertenecían había sido un pueblo pacifico por centenares de años. Hikaru, segunda hija del Rey, vivió felizmente despreocupada de los dramas de la corte y las guerras, en un pueblo puramente mercantil, y llevaba una agradable relación con su hermano mayor Kiyosumi, quien estaba feliz de asumir el trono algún día, pero más feliz aun de ayudar a su padre, el actual rey. Nunca antes debió preocuparse por reinos extranjeros, o guerras de sucesión, o tratos de ningún tipo. Sin embargo, dos años atrás, el Rey comenzó a deteriorarse por una enfermedad irreversible, y su padre quería dejarla en buenas manos antes que el desapareciera. Hikaru luchó con uñas y dientes contra esta decisión. Había perdido la cuenta de las discusiones que había entablado con su padre por ello. No podía entender porque, en vez de dejarla quedarse y dedicar su tiempo a desarrollar su magia de cura, con la cual había nacido naturalmente, y poder encontrar una forma de volverlo a su estado saludable, la había enviado a un reinado que, no solo quedaba a distancias absurdas de su casa, sino que además era totalmente desconocido por ella. Por que tenía que irse y separarse de su familia, de su padre, estando en la condición que estaba, para hacerle de esposa a un hombre que ni siquiera conocía, ni le importaba hacerlo? Donde estaba la lógica en ello? Donde estaba su decisión? Inui había escuchado estas preguntas millones de veces salir de los labios de la pelirroja en diferentes estados de emoción. Últimamente, viendo que las cosas eran inevitables, Hikaru había adoptado una postura de enfadada resignación y actitud poco cooperativa que lo asustaba y fastidiaba a menudo. Le hacía difícil su trabajo, tanto el de consejero de la princesa, como el de amigo.

-Según tengo entendido, no es nada tonto- dijo, luego de un prolongado silencio, intentando levantarle los ánimos a la muchacha- y parece que de horrible no tiene nada, de hecho, mis datos dicen que es muy atractivo, y saludable.

-Genial, cásate tú con él, entonces. – comentó con una sonrisa la muchacha. Aun estaba enfadada, pero al menos hablar con Inui siempre lograba distraerla. El muchacho elevó ambas cejas.

-Dudo que Kaoru Kaidoh este interesado en esa clase de trato.

-Oh, no lo se, tal vez si esté interesado. Por lo mucho que lo conozco – dijo la chica, revoleando los ojos. Inui sabía que había intentado decirlo como broma, pero realmente le molestaba el no conocer a esta persona. La única forma de compensarle a su amiga esto, era proveerle de información, como siempre lo hacía, y rogar porque algunos rumores no fueran tan ciertos.

-Pues los datos dicen que no, solo le interesan las mujeres, así que lo siento, pero serás tu la que cumpla con el trabajo. Es un excelente guerrero, Hikaru. – La muchacha revoleó los ojos nuevamente.

-Y lo dices como si fuera un punto bueno! Seguro, me gustan las batallas más de lo que deberían para una persona como yo, pero el que sea un buen guerrero en un reino de por si guerrero, probablemente lo haga un bruto incapaz de solucionar cosas mediante otro método que no sea la violencia. No es algo por lo que una chica pueda sentarse a soñar y esperar con ansias.

-Aunque fuera el hombre más hermoso de la tierra, tampoco te sentarías a soñar y esperarlo con ansias si te obligaran a casarte con él. Te conozco, Hikaru. – La chica lo miró de reojo, ofreciéndole una sonrisa sincera, y luego esa sonrisa se transformó en broma.

-Pero ciertamente haría más fácil el adaptarse.

-El repasar los datos haría más fácil adaptarse- Ofreció, abriendo un cuaderno que tenía sobre su regazo. Hikaru lo miró con poco entusiasmo.

-Ya me lo se de memoria, Sadaharu. Reino Kaidoh, por centenares un pueblo de guerreros, con fuertes vínculos con las formas más complejas de magia. El Rey anterior amplió los territorios en una sucesión de guerras exitosas y eventos afortunados, y luego de una abrupta muerte de ambos Rey y Reina, el hermano mayor de los Kaidoh, Kaoru, excelente soldado y comandante, sucedió al trono, tomando como consejero a su propio hermano menor, Kamui, quien no posee una pizca de habilidad de combate, pero al menos es bastante bueno con la magia. – Recitó la chica en tono monótono, imitando y burlando a su amigo. – Ya ves? Presté atención todas las veces que parloteaste.

-Lo hago para ayudarte, Hikaru- Dijo el chico, abruptamente solemne y con un gesto entristecido, cerró el cuaderno que llevaba consigo. A Hikaru le dio un pinchazo de culpa, y estiró su mano para tomar la de Inui.

-Lo sé, lo siento. No debo descargarme contigo – Dijo, y resopló – es solo que toda esta situación… me fastidia. Quiero estar en casa con Papá y Kiyo, no quiero estar viajando a un lugar extraño a casarme con una persona que no conozco ni quiero. – Inui iba a hablar, pero Hikaru se le adelantó- Se que es mi deber, Sadaharu, soy conciente de ello. Pero al menos me hubiera gustado que fuera más cerca. O alguien que conociera. – La pelirroja clavó sus ojos en los del chico y confesó, por primera vez desde que todo este asunto había comenzado- Estoy aterrada, Sadaharu. Me siento tan inútil, tan… manipulada, tan vulnerable. – El chico se inclinó hacia adelante y abrazó a la muchacha, cuidando de que el bamboleo del vehículo no los arrojara al piso.

-Lo se, Karu. No dejaré que nada te pase, si? Soy fiel a tu padre, y fiel al reino, pero soy aun más fiel a ti. Si ese chico no te trata como te mereces, no importa lo que diga tu padre, te sacaré de ahí.

-Gracias… - Hikaru susurró, aferrando con más fuerza de la necesaria los hombros de Inui. Era su único pilar, su única constante en este mundo desconocido al que iban. Le agradecía enormemente el que la acompañara, y sabía que lo que prometía no eran palabras vacías. Esperaba que no fuera necesario llegar a eso. Si casarse con este chico haría feliz a su padre, entonces haría lo posible por soportarlo.

Inui se separó, volviéndose a sentar en su lugar. De pronto le sonrió a la chica, ofreciéndole una pieza de información que había conseguido a último momento.

-Pero no creo que necesites preocuparte. Son Dragon Riders, así que no pueden ser tan malas personas, o si?- Predeciblemente, los ojos de Hikaru se abrieron de par en par, e Inui sonrió de lado, sabiendo que era algo que de seguro alegraría el prospecto de ir a hacia allí. Los dragones eran criaturas extremadamente raras, pero se sabía que en algunos lugares habitaban de forma conjunta con los humanos e incluso los usaban para la guerra o transporte, pero para que esto fuera posible, las criaturas debían aceptar a los humanos y aquellos que eran aceptados poseían un vínculo muy fuerte con los animales. Naturalmente, los dragones eran criaturas extremadamente inteligentes, y no dejaban que cualquier persona se acercase a ellos. Ser un Dragon Rider significaba no solo un manejo de magia habilidoso, sino que era una garantía de personalidad. Ciertamente, los dragones tenían ideas propias de que era aceptable y que no, así que no siempre era una garantía absoluta de que un Dragon Rider era un buen ser humano, pero esos eran casos menores. De todas formas, aunque el dato fuese interesante, lo que mas importaba a la muchacha no era la posible garantía que su futuro esposo no fuera una persona desagradable, sino el saber que podría estar en contacto con unos animales que la habían fascinado desde pequeña, aun cuando nunca había visto uno en persona. El posible prospecto de poder, no solo ver unos, sino incluso poder interactuar con ellos, iluminaban su viaje con una luz mucho más amable que lo anterior.

-Eso si me dejan acercarme a ellos- Agregó Hikaru, tratando de mantener bajo control su entusiasmo con una dosis de realismo. Su amigo le sonrió de una forma que ella siempre afirmaba ‘derretiría a todas las chicas’… Si su amigo estuviese interesado en ellas, claro.

- Oh, vamos, Hikaru. Desde cuando un permiso te detuvo? – Le comentó, desafiante. Hikaru sonrió con todo el rostro. No podía negarse ante el pedido de su padre, y de seguro su llegada iba a estar llena de molestias, pero definitivamente, pensó Hikaru con renovada energía, que no se los haría fácil.

A pesar de que la situación no había cambiado en mucho, el ánimo dentro del carruaje, mientras atravesaba los campos hacia las montañas heladas, había mejorado visiblemente.


*_*_*_*_*_*




Kaoru nunca había visto al castillo tan activo y lleno de energía y movimiento. Sirvientes de todo tipo corrían de un lado a otro cumpliendo con los preparativos para la llegada de su futura esposa. Sin poder evitarlo, se le escapó un gruñido de fastidio, y un pequeño muchachito que pasaba por su lado salió corriendo, asustado. Kaoru frunció el seño, pensando si disculparse o no, pero estaba tan molesto que seguramente hasta la disculpa lo haría llorar. Le gustaba caminar por el lugar, ver a la gente en actividad, observar a su pueblo. Era plenamente conciente que su actitud arisca y gruñona no era la que se esperaba de un carismático líder, pero tampoco creía que ese tipo de farsa lo iba a ser mejor reinando su pueblo. La gente tenía alimento, trabajo, ocupaciones, y cosas por las cual encargarse y vivir. No creía que lo estuviera haciendo tan mal, después de todo. Usualmente, las caminatas lo alegraban, pero esta lo único que había logrado era fastidiarlo aun más.

Abrió la puerta del estudio Real y la cerró más fuerte de lo que hubiera querido. Un muchacho, sentado en uno de los amplios sillones, miró por encima de su libro sin inmutarse. Era ahí, parados uno frente al otro y sin moverse, que uno podía entender el vínculo familiar. Los dos muchachos eran prácticamente iguales. El pelo negro y liso, corto y solo un poco alborotado, apenas las puntas. Los ojos, de una curiosa forma de almendra, poseían la misma intensidad, a pesar de que los colores no fueran los mismos. El rey poseía un verde sincero que siempre, desde pequeño, había impactado a cuanta persona lo conocía. Kamui, su hermano, tenía ojos grises, y solían variar desde el gris más tormentoso hasta un casi blanco, aunque solo en raras ocasiones. El menor, además, corto de visión, llevaba gafas.

Kamui sonrió, rompiendo la estaticidad de la escena, y cerró el pesado libro que llevaba, dejándolo de lado. Al ponerse de pié, otra diferencia saltó a la vista. Kaoru le llevaba por lo menos dos cabezas en altura. La contextura física era notoriamente diferente. Mientras que el porte de Kaoru indicaba una fuerza sorprendente, y ágiles movimientos que denotaban su condición de guerrero, Kamui resultaba más frágil en comparación, al menos físicamente.

-Por que no te quedas aquí hasta que sea la hora, Kaoru? Si sigues saliendo con esa cara, espantarás a toda la gente. – Comentó su hermano, con una pequeña sonrisa en el rostro. Kaoru arrojó una mirada hacia los ventanales, donde vio su reflejo. Su rostro lucía enfadado, y Kaoru podía entender al pequeño que había salido corriendo. Intentó ablandar su expresión, pero solo logró lucir espeluznante, por lo cual su hermano dejó escapar una risa vibrante y casi infantil, que rebotó en las paredes en forma de eco, haciendo parecer que hubiera dos risas.

-Me fastidia tanto movimiento. Que tanto hay que preparar? Que acaso nuestro castillo no es lo suficientemente bueno para ella?! – Comentó Kaoru, enfadado, y dejándose caer en uno de los sillones cercanos a los ventanales. Kamui lo observó desde detrás de sus gafas, una pequeña sonrisa baliando en sus labios.

-Hikaru es una princesa, Kaoru. No podemos recibirla como si fuese cualquier persona. Más importante aún, es tu futura Reina. No puedes reprocharles que estén entusiasmados por ver a su Rey finalmente sentar cabeza. – Kaoru realizó otra mueca de fastidio ante esas palabras, y su hermano finalmente dejo crecer esa pequeña sonrisa- Además, sabes que tenemos muy pocas festividades. Déjalos disfrutar de una, al menos.

-A costa de mi tranquilidad- Se quejó. La sonrisa de Kamui no desapareció, pero sus ojos se volvieron un poco más duros y fríos.

-Es tu deber, como Rey. Si pudiera hacerlo por ti, sabes que lo haría.

Kaoru quitó la vista de la ventana para ver a su hermano. Notó los sentimientos, a penas visibles, a penas ‘sentidos’, pero claros para él. Recordó, nuevamente, el porqué hacían todo esto. Desde que la idea había surgido, necesitaba recordárselo a menudo para poder continuar y soportar todas estas distracciones. El tenía una guerra de la que encargarse, soldados que comandar, terrenos que defender. No era momento de andar cortejando muchachas de reinos ignotos! Pero, nuevamente se recordó, si era momento. Eso, si lo que Kamui había investigado era cierto.

-De verdad es ella? Es la única?

-Kaoru, verifiqué millones de veces. Crees que tomaría algo tan vital a la ligera? Es ella, no hay ninguna duda. El que su padre cayera enfermo hace dos años fue una señal de buena fortuna para nosotros, pero me llevó mucho trabajo convencerlo de aceptar casar a su hija contigo, en un reino tan lejano. Crees que haría todo esto bajo una simple sospecha, o una corazonada? – Preguntó, elevando una ceja, su mirada afilada como la espada que Kaoru cargaba en su cintura. De pronto Kamui sonrió, y todo rastro anterior desapareció para dar paso a una persona agradable y carismática- Además, no se de que te quejas, es extremadamente bonita, y bastante hábil para cabalgar. Escuché que hasta sabe manejar espadas. No te será una molestia.

-Genial, sabe manejar armas con las cuales pueda asesinarme, eso me deja mucho más tranquilo, Kamui.

-Debería. Si no supiera hacerlo debería recurrir al veneno, y la persona que la acompaña es, aunque por supuesto eso es secreto, uno de los mejores alquimistas de todo el norte. Si me das a elegir, prefiero tener que defenderte de un ataque de espada sincero y no un habilidoso envenenamiento. – Kaoru miró a su hermano decir todo esto con voz alegre y reprimió un escalofrío que amenazaba con recorrerle la espalda. Kamui le sonrió lentamente – Descuida, Kaoru, no querrán matarte. Y si lo hacen, lo sabremos – Dijo, en un tono un poco más solemne, apoyando una mano sobre las paredes siempre cálidas del castillo. Cerró sus ojos, dejando que la calidez entibiara sus siempre fríos dedos- y cuando todo esto termine, Kaoru… - Dejo la promesa inconclusa. Había tanto que ganar que meras palabras no podían abarcarlo, y el solo pensarlo hizo que una mueca de dolor atravesara el rostro de Kamui.

El sol, que había estado brillando através de la ventana, menguó, opacado por esporádicas nubes grises que lentamente cubrían el cielo. Kaoru miró hacia afuera, frunciendo el seño, y luego volvió la vista a su hermano.

-Kamui…- El chico abrió los ojos, alejando su mano de la pared y caminó hacia su hermano, ofreciéndole una sonrisa.

-Es solo una chica, Kaoru. Si tú te encargas de ello, prometo encargarme del resto.

-Aun no sabemos que…- Comenzó a decir Kaoru, pero la mirada de Kamui lo frenó. Su hermano pasaba enormes cantidades de tiempo en esto, no era justo que le recordara las cosas que aun no había conseguido. Optó por mirar por la ventana. Las nubes, pasajeras, volvieron a liberar el sol, el cual destelló sobre un carruaje que recorría con prisa el camino hacia el castillo. Kaoru se paró de golpe.

-Llegaron! – Su hermano frunció el seño, y miró por la ventana. Su risa volvió a escucharse, como antes.

-Kaoru, eso es solo el carruaje de las telas. Los caballos de su carruaje serán marrones, con una mancha blanca en la frente.

-Como rayos sabes estas cosas? – Se quejó Kaoru, un poco avergonzado por su exabrupto. Kamui negó con la cabeza, resignado.

-Solo leo, Kaoru. Al menos alguien debería estar interesado en el origen y costumbres del lugar de donde proviene la futura Reina, o no? – Reprochó.

-Si tanto te interesa, cásate tú con ella. – Refunfuñó Kaoru, volviendo a sentarse. Kamui le sonrió de lado, alzando una ceja.

-Dudo que a Hikaru le agrade tener que viajar toda esta distancia para casarse con un hermano menor, que ni siquiera puede sostener una espada sin cortarse a si mismo o a su aliado.

Kaoru estaba a punto de retrucarle que al menos él podría caerle bien a la chica, dado que su hermano resultaba, en opinión de todos, mucho más agradable de tratar que el mismo Rey, pero la escena que sucedió lo interrumpió. No porque fuera extraño, ya estaba acostumbrado a ello, pero por lo que significaba.

Tres luces vibrantes de color rojo atravesaron el ventanal sin romperlo, y volaron de forma veloz y alborotada hacia Kamui y alrededor de él. El muchacho rió, visiblemente divertido. Kaoru no pudo evitar sonreír. Cuando Kamui estaba rodeado de magia, era fácil olvidar que ese muchacho alegre era uno de los mejores magos del reino, y un excelente estratega. Cuando reía, parecía el hermano pequeño con el que jugó incansablemente, dentro de estas mismas paredes, sin preocupaciones, hasta que sus padres murieran, y ellos heredaran un reino tan vasto que por poco los superaba. Habían logrado mantenerlo en pie, habían logrado vencer a todos aquellos que querían arrebatárselos por considerarlos niños. Habían hecho que prosperara. Y ahora, le darían un futuro, y conseguirían su propia libertad. Casarse con una simple muchacha parecía poco precio a pagar.

Las luces menguaron y tres figuras fueron visibles. Mujeres en miniatura, con alas similares a mariposas. Hadas de fuego, supo Kaoru incluso sin verlas. Las luces habían sido suficiente indicio. Kamui inclinó su cabeza hacia el hada que, parada en puntitas de pie en su hombro, aferraba su oreja y parecía murmurar en ella, aunque para Kaoru no era más que un tintineo incomprensible. Kamui sonrió y besó la cabecita del hada, en agradecimiento, y las tres volvieron a convertirse en luces y desaparecer de la habitación.

-Están a tres horas de aquí. – Kamui miró críticamente a su hermano de pies a cabeza. Kaoru era Rey, pero era un Rey guerrero. Eso significaba que favorecía la comodidad y eficiencia antes que la imagen. A nadie le molestaba, pero cuando se trataba de eventos de este tipo, su hermano era el encargado de obligar a su hermano a lucir un poco más ‘Rey’ de lo que usualmente lucía.

-Kaoru, queremos que la chica se sienta cómoda, no queremos que piense que ha sido casada con el Rey de los bárbaros del Este. – Kaoru se miró a si mismo. De acuerdo, no era el ropaje elegante que solía llevar Kamui, pero al menos era práctico, y le dejaba moverse en el. Pantalones, botas, y una simple remera de cuello en V, con su cinto colgando de su cintura, sosteniendo su espada de día y una daga pequeña. Todo en tonos marrones, el color más útil para poder esconderse y mimetizarse en la batalla.

-No veo que tiene de malo- Comentó. Kamui hizo un gesto de fastidio.

-Quieres una lista en orden alfabético? Vamos, Kaoru, solo por hoy, déjame que te vista como un verdadero Rey. Mañana puedes volver a la triste realidad – Bromeó, a lo cual su hermano le ofreció una mirada de odio, pero se levantó y siguió a su hermano fuera del estudio de todas formas. Por hoy, haría de Rey y vestiría de Rey, y trataría de actuar como Rey. Pero seguía teniendo una guerra de la que ocuparse, y no iba a pretender una farsa por más tiempo que un día. Si a la chica le molestaba como era él, o como vestía, tendría que acostumbrarse a ello.

La puerta del estudio se cerró, pero un leve eco de risa se seguía escuchando.

*_*_*_*_*_*_*
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Hikaru sama
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MensajeTema: Re: Capitulo 00   Capitulo 00 Icon_minitimeSáb Abr 03, 2010 5:27 am

T^T nee chan........es un placer leer tus historias >.< Gracias por la dedicatoria, sabes que lo hago con gusto ^^

Amo esta historia y la voy a releer cada vez que postees un capitulo!! Me encanta en todo sentido!!! >.<
Animos y segui adelante!!!!
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kaidoh-kiddo
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MensajeTema: Re: Capitulo 00   Capitulo 00 Icon_minitimeLun Abr 05, 2010 4:11 am

Jaja que ganas XDDD Pero gracias T_T
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MensajeTema: Re: Capitulo 00   Capitulo 00 Icon_minitimeLun Abr 05, 2010 6:01 am

owo... me ha tomado mi tiempo pero lo he terminado
^^ kamui chan lo haces bien
animos ¡¡Gambatte!!
¡¡bien hecho!!

kiss
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MensajeTema: Re: Capitulo 00   Capitulo 00 Icon_minitimeLun Abr 05, 2010 10:46 pm

Jajaja! Gracias por leerlo >< Haré lo mejor que pueda ^^
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Hikari
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MensajeTema: Re: Capitulo 00   Capitulo 00 Icon_minitimeMar Abr 06, 2010 12:59 am

Me encanto *-*
I'm looking forward to the next chapter! ^^
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MensajeTema: Re: Capitulo 00   Capitulo 00 Icon_minitimeJue Abr 08, 2010 2:05 am

Awww gracias!!! Me alegro que guste >< Hehe thank youuu =D
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MensajeTema: Re: Capitulo 00   Capitulo 00 Icon_minitime

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