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 Capitulo 15

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kaidoh-kiddo
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kaidoh-kiddo


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Escuela : Capitulo 15 Seigaku
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Tu Personaje
Tu personaje:
Tu personaje de Tenipuri: Kaoru Kaidoh
Tu Prince or Princess: Inui Sadaharu

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MensajeTema: Capitulo 15   Capitulo 15 Icon_minitimeSáb Jun 12, 2010 3:32 am

En la habitación del castillo desde donde la magia se esparcía hasta la pared más lejana, Hikaru observaba petrificada a Kamui, sus palabras aún retumbando en su cabeza. Aún estaba asimilando el hecho que Hazue estuviese vivo, y que el príncipe la hubiese engañado con sus motivos.

-Salvarlo? El que esté así entonces…

-La historia que conoces no es mentira por completo- Confesó Kamui, alejándose de Hikaru para sentarse tranquilamente en una plataforma de piedra que había en el centro de la habitación, separando a Hikaru del cuerpo de Hazue. Se manejaba con tanta naturalidad que la muchacha reprimió un escalofrío. – Nuestros padres si viajaron, y es cierto que cuando fallecieron, Hazue había dejado de responder, sin embargo, nunca murió. – El príncipe volteó para observar el cuerpo de su hermano, pero su rostro no reflejó ninguna emoción, como si simplemente observara algo normal- No tardamos en darnos cuenta que era lo que había pasado. Un intercambio se había realizado. La libertad de Hazue a cambio de una perfecta protección del castillo. No era la primera vez que pasaba. Kaoru fue el primero. Su vida está atada a su ejército. Su obsesión con la victoria no es solo eso. Su energía vital se debilita si no protege al reino como corresponde.

Hikaru palideció ante la idea, pensando en las tantas veces que le había reprochado a Kaoru su forma de ser con respecto a las batallas. Siempre había asumido que era un sentido del deber llevado a niveles exagerados, pero ahora que sabía la verdad… Cuan doloroso debía ser para él? Pagar con su vida las derrotas, saliendo a pelear sabiendo que perder no era algo que se le perdonara? Y Hazue, perdiendo por completo su libertad como humano, solo para el beneficio de proteger un edificio?

-Por qué…?

Kamui volteó el rostro para ver a Hikaru y sonreírle, aunque nuevamente era una sonrisa que no llevaba ninguna clase de sentimiento detrás.

-Hasta hace poco, creímos que habíamos nacido así, sabes? Nuestros padres dijeron que estaba en nuestra naturaleza, por ser herederos de un reino tan vasto. – El muchacho rió, y la risa rebotó en las paredes, vacía y fría. Se puso de pié y se acercó nuevamente a la chica, sonriéndole con sus ojos un tanto desorbitados detrás de los lentes, que reflejaban un poco de la luminiscencia azul de la habitación, dándole un aspecto que provocó otro escalofrío en Hikaru. – Quieres saber la verdad, Hikaru? Es extremadamente irónico. Cuando volví casi sin vida de ese viaje, terminé de descubrir lo que realmente había pasado. No nacimos así. Nuestros propios padres lo hicieron. No crees que esa devoción para con el reino es maravillosa? Sacrificar a tus propios hijos para asegurar la continuidad del reinado? – La sonrisa de Kamui volvía a ampliarse, y Hikaru no pudo evitar sentir otro escalofrío, sintiendo el dolor que él no parecía sentir ante la situación.

-Por qué sonríes? – Preguntó, dolida, y Kamui borró la sonrisa de su rostro, para mostrar una superficial sorpresa.

-Oh, es verdad. Debería estar triste por ello, verdad? Que tal así? – Transformó su rostro en una perfecta expresión de pena, pero en pocos segundos la hizo desaparecer como por arte de magia, la misma sonrisa vacía de antes reemplazándola.-Lo siento, no es como si pudiera disponer de mis emociones con tanta libertad. En mi caso, mis padres intercambiaron mi vida por la posibilidad de controlar el clima. Tal parece que la única forma de hacerlo fue atar mis emociones a ello. Con el tiempo, fue más fácil dejarlas de lado, después de todo, no eran más que un estorbo.

-La última tormenta… Fue por ti? Por eso volviste casi sin vida?

La mirada de Kamui se endureció, pero la pelirroja no apartó los ojos del muchacho.

-No debió pasar, pero sí. Cuando descubrí que nuestros padres habían realizado las magias de intercambio para proteger la prosperidad del reino, atando nuestras vidas a nuestras obligaciones… Había olvidado cómo era sentir esa clase de furia. Fue un error imperdonable de mi parte, debí frenarlo a tiempo. Sin embargo, el viaje no fue del todo inútil. Quieres saber que más descubrí? Tus padres, tus verdaderos padres, fueron asesinados por los nuestros en ese último viaje que realizaron.

Hikaru quiso exclamar algo, pero ninguna palabra salía de su boca. Sus verdaderos padres, asesinados por los padres del hombre con el que iba a casarse? Era…demasiado retorcido. Demasiado irreal. Antes que pudiera comenzar a pensar en las repercusiones de los hechos pasados, Kamui continuó con su historia, volviendo a atrapar su atención. Sabía que estaba en una situación peligrosa, y sin posibilidades de escape. Sabía que el muchacho la había engañado, incluso Kaoru mismo la habría engañado. Pero quería saber la verdad. Nada era más importante para ella ahora. Saber quien era, saber por qué habían sucedido las cosas. Aún sabiendo que su vida corría riesgo, quería saber.

-Sabían que necesitaríamos la sangre real de una raza específica de dragones para revertir lo que nos hicieron, así que para impedirlo, decidieron matarlos antes que nosotros fuéramos lo suficientemente grandes para encontrarlos. Lo lograron, y mataron al Rey y la Reina del clan de la escama dorada. Pero, es irónico! – Rió nuevamente, como si fuese un mero cuento de niños el que relataba, y no las acciones de sus padres y los de Hikaru- El mismo clan no iba a dejar que dos humanos se salieran con la suya, y les hicieron pagar por ello, tomando sus vidas. No creo que a nuestros padres les importara, ya habían conseguido todo lo que querían, pero lo que no sabían era que la realeza había tenido una niña hace poco. El clan, sabiendo que eventualmente la buscaríamos para salvarnos, envió a la niña a vivir con los humanos, pensando que nunca la encontrarían. Casi lo logran, fue extremadamente difícil encontrarte, pero incluso no sabiendo exactamente a qué clan pertenecías, pude dar contigo. – Kamui alzó una mano al cuello de Hikaru, abriendo el cuello de la camisa de la chica para dejar a la vista el colgante que llevaba desde que su padre se lo había enviado. El príncipe sonrió satisfecho, y rozó con sus yemas el dije dorado, provocando un escalofrío en Hikaru. La chica deseaba apartarse, pero sus ataduras le impedían toda clase de movimiento.

-Que haces? – Preguntó, apartando su rostro para no tener que ver la expresión fría de Kamui.

-No tienes idea lo que es esto, verdad? – El muchacho volvió a reír, y tomó el dije en su mano, jalando de él con fuerza suficiente para romper la cadena que lo sostenía. Hikaru emitió un gemido, en parte por lo sorpresivo del gesto, y en parte por el dolor en su cuello. Inmediatamente se sintió desprotegida, como si el no tener el colgante la dejaba expuesta y débil.

-El clan de la escama dorada es llamado así porque son los únicos dragones que pueden convertir su cuerpo de humano a dragón, y para hacerlo, disponen de una escama, de todo su cuerpo, que posee este color. – El muchacho tomó a Hikaru del mentón para obligarla a ver hacia adelante, poniendo el dije entre ellos para que lo observara. – Esta es tu escama, el Rey de Sengoku lo sabía, y por eso la envió, para que pudieras protegerla cuando el ya no podía hacerlo. Lamentablemente, hacer eso me dio la última información que necesitaba para descubrir el resto de la historia.

Kamui se alejó repentinamente, y subió a la tarima, dejando al dije dorado en el centro, y caminado alrededor, realizando movimientos con sus manos que dejaban estelas de luz azul en el camino, creando extrañas figuras que no desaparecían. Hikaru lo observó, sabiendo que el tiempo se estaba acabando y debía hacer algo pronto. Sus ojos se desviaron hacia el muchacho al otro lado de la habitación. Sus manos y piernas, tan entrelazados con la planta que a duras penas eran distinguibles. Su mirada, ausente como era, de todas formas capturó a Hikaru. Cuantos años tendría? No podía ser mucho más chico que Kamui, su rostro, aunque aun aniñado, poseía ciertos rasgos de madurez. Cuantos años había pasado de esta forma? Estaba conciente? Claro que estaba conciente, se recordó la chica. Los gestos caprichosos del castillo no eran más que extensiones de los sentimientos de Hazue. Aquella fuerza que los había alejado al querer acercarse a la puerta, no era más que el deseo de proteger a su hermano. Sus pensamientos se vieron interrumpidos al ver acercarse a Kamui, una pequeña daga en su mano. La reconoció inmediatamente, y sus preocupaciones se vieron multiplicadas.

-Donde está Inui?- Demandó, casi inmediatamente. El príncipe elevó los ojos, casi sorprendido por la pregunta, pero luego se percató que Hikaru había reconocido el arma, y sonrió de lado.

-No se puede decir que no seas astuta. Descuida, está vivo. Encerrado en mi habitación, pero vivo. – No tubo tiempo de relajarse, las siguientes palabras del chico dejaron el claro que no lo había dejado vivo por nada- Llegado el momento, es una reserva de energía para lo que necesito hacer.

-Creí que sentías algo por el- reprochó Hikaru, pensando que le dolía más que le hubiera mentido a Inui a que le hubiera mentido a ella. Kamui dejó escapar una risa silenciosa y negó con la cabeza, mirando a la pelirroja con una actitud casi condescendiente.

-Tal vez, si pudiera sentir. No tienes de que preocuparte, no se tragó ninguna parte del acto. Es endemoniadamente astuto. Podría admirarlo, de no ser porque casi arruina todo. Oh, no pongas esa cara- Exclamó de pronto, viendo el rostro dolido de Hikaru- Su supuesto interés también fue un acto, que acaso no te diste cuenta? Nunca confió en mí, así que pretendió interesarse para poder descubrir la verdad. Lamentablemente era exactamente lo que necesitaba para sacarlo del camino. Si crees que rompí su corazón, puedes quedarte tranquila.

Hikaru no mencionó nada, pero no era por eso que se sentía tan dolida ante las palabras del muchacho. Sabía que Inui tenía un plan detrás de toda acción que realizaba, había vivido con él por años, y sería una idiota de no darse cuenta. Lo que verdaderamente le dolía, era pensar que el muchacho que estaba frente a ella no se daba cuenta de si mismo. Constantemente justificándose de no poder sentir, pero la energía de Hikaru captaba otra cosa. La sonrisa fría y vacía de Kamui, también era un acto. Un acto que el propio Kamui había terminado creyéndose. Hikaru sabía que detrás de esa máscara tan perfeccionada de impasibidad, había una persona dolida por lo que debía hacer, dolida de haber utilizado a Hikaru e Inui, pero también una persona absolutamente convencida de hacerlo de todas formas. Hikaru observó esos ojos grises delante de ella, tratando de ver lo que su magia le decía, pero el rostro del muchacho estaba perfectamente impenetrable.

- Que es lo que harás?

Kamui tomó la pequeña daga y acercó el filo al cuello de Hikaru, sin dejar de mirarla a los ojos.

-La magia de tu escama, combinada con la sangre de realeza del clan, y tu propia magia, harán revertir el compromiso que existe en nuestras vidas. – Presionó la hoja contra la suave piel de Hikaru, haciendo brotar un hilo de sangre con facilidad. La muchacha no se movió un solo milímetro. Continuó viendo a Kamui a los ojos, como si no pudiera sentir el dolor en su cuello. El príncipe rozó con el dedo la sangre, y se alejó nuevamente para subir a la tarima, aún rodeada de los extraños símbolos de luz, y tomó el pendiente, ensuciándolo con la sangre de Hikaru.

-Podrías habérmelo pedido.- Comentó la chica, pero Kamui simplemente negó con la cabeza sin siquiera mirarla, y había comenzado a dibujar en el aire otra serie de símbolos, cercando el dije en un circulo más pequeño.

-Era una opción, pero demasiado arriesgada. Te hicieron vivir como humana, así que tus poderes como dragón se encuentran latentes. Si despertaba esos poderes, ciertamente hubiera sido más sencillo hacer este cambio, y tu vida no correría riesgo. Pero si despertabas, no había forma de asegurar que no decidieras volver con tu clan. No es tan fácil convencer a un dragón de hacer algo para un humano. Tu clan tampoco quería despertarte. Seguramente pensaban que al hacerlo, nos ayudarías. Querían obligarme a llegar a este extremo. Supongo que no pensaron que realmente lo haría.

-Hacer que? – Preguntó, aunque no estaba segura de querer saberlo.

-A forzar el intercambio. Haré pasar tu energía hacia el dije y activarla, pero el hacerlo de esta forma será mucho más engorroso, y francamente no se si puedas sobrevivir. – Comentó despreocupadamente, pero la pequeña fluctuación de energía que Hikaru pudo percibir le dio a entender que el muchacho realmente lamentaba hacerlo.

-Mi vida, a cambio de la de Hazue.

-Y la libertad de Kaoru.- Agregó el muchacho, con un tono desprovisto de sentimientos. Hikaru lo observó terminar el trabajo, y acercarse a Hazue, solo observando su rostro. La muchacha no podía verlo, pero su energía le decía más de lo que podría vislumbrar en su cara de todas formas.

-Que hay de ti?

-Si es posible, también mi libertad. Si hubieras despertado, revertir el compromiso de la energía vital en los tres, sería posible. De la forma que lo haré…No estoy tan seguro. Es por eso que Inui me servirá de energía en caso que la tuya se agote. Transferiré su energía a ti, aunque no tendrá el mismo rendimiento. Llegado el caso, mi propia energía terminará sirviendo perfectamente.

Los ojos de Hikaru se abrieron de par en par al escuchar esto, más aun al percibir la convicción en su energía.

-Piensas…?

-Hikaru, mi prioridad son ellos. Quiero que Kaoru pueda pelear sin tener que pensar en cada segundo que su vida prende de un hilo llamado victoria. Quiero que pueda crecer aún más, arriesgarse, poder experimentar con sus estrategias. Más aún, quiero que Hazue viva despreocupadamente, la clase de vida que le correspondía. Ya es demasiado tarde para Kaoru, ya es Rey y pasó por demasiadas cosas. Pero es posible darle a Hazue eso.

El muchacho finalmente volteó su cuerpo para enfrentar a Hikaru, pero esta vez no sonrió. Su mirada se encontraba fija en los ojos de la chica, y por primera vez Hikaru veía sentimientos verdaderos en el rostro del príncipe.

-No voy a dejar que nadie se lo impida.

*_*_*_*_*_*_*_*_*

Kaoru despertó al ruido de voces tronando y siseando en lo que parecía ser dentro de su cabeza. Intentó abrir los ojos, pero notó que la fuerza que ese movimiento requería era demasiada para su estado, y supo que su ejercito, donde fuera que estuviese, estaba perdiendo. Intentó incorporarse, pero sabía que no podría hacerlo. Todo su cuerpo se sentía débil y dolorido. Notó que estaba recostado en una superficie dura, sobre su hombro. Rocas, tal vez? No, se corrigió, sintiendo la textura contra el dorso de su mano. Algo más suave, pulido, y extremadamente frío. Hielo?

Sus ojos finalmente lograron entornarse, y pudo focalizar, aunque de forma borrosa, su propia mano.

Cristal.

Estaba recostado sobre una superficie de cristal. Donde rayos estaba? A donde rayos lo habían llevado? Finalmente, cuando las voces volvieron a tronar de forma agonizante dentro de su cabeza, comprendió que Momoshiro, o la criatura que lo controlaba, lo había llevado a donde los otros del clan residían. Que harían con él? Matarlo? Ciertamente estaban en posición de hacerlo, aunque lo se iría sin pelear, aunque fuera en su lamentable estado.

-Comenzará a hacerlo en poco tiempo! Si no lo detenemos ahora…

-Como podemos saber que no lo ayudará?! Si lo dejamos acceder…

-Es nuestra UNICA posibilidad. No es momento para despreciar una chance solo porque es humano.


Sintió pasos cerca de su cabeza, y una mano lo aferró de su hombro, obligándolo a incorporarse. Instintivamente trató de zafarse, pero su energía lo abandonó en medio del intento.

-Ezzztupido humano, no trates de hacer lo que no puedezz. – Siseó una voz en su oído, y jaló de él de forma mucho más violenta. Kaoru juntó todas sus fuerzas para lograr mantenerse en pié, y abrió los ojos lo suficiente para poder percibir mejor en donde estaba y con quienes.

El recinto parecía ser una cueva, tallada de forma natural por el desgaste y los años, pero ciertas partes parecían demasiado perfectas para ser naturales. Los cristales rodeaban todo el lugar, y emitían una leve luminiscencia dorada, haciendo doler sus ojos. Se esforzó para poder ver más allá de la luz, y pudo percatarse de las siluetas que, confundidas con los cristales, parecían ser los habitantes del lugar. El incremento de presión en su brazo lo hizo girar el rostro, y una maldición casi escapa de su boca, si no fuese porque carecía de energía para hacerlo. El hombre que lo sostenía y lo había obligado a ponerse de pié era tan extraño que Kaoru comprendió inmediatamente que no pertenecía a los humanos, aunque su figura fuese similar. Su piel parecía brillar de forma peculiar, como si la textura fuese diferente, más rígida. Pequeñas escamas se podían distinguir en zonas del rostro y del cuerpo. El pelo estaba enmarcado por pequeños cúmulos de estas, la base del cuello y el dorso de las manos también estaban protegidas de igual forma. Los ojos, astutos y condescendientes, eran más alargados que lo normal, y las pupilas verticales destellaban de forma peculiar. Las uñas, casi como garras, se clavaban en la piel de su brazo, pero Kaoru a duras penas podía sentirlas.

-Humano, sabes quienes somos- No era una pregunta, y el tono no admitía cuestionamientos. Kaoru buscó el origen de la voz. Provenía de uno de los cristales. Cuando observó con mayor precisión, se percató que las siluetas no se confundían con los cristales, sino que estaban dentro de ellos. – Deberíamos matarte, como intentamos tantas veces. Pero ahora la situación empeoró.

-Yo digo que lo matemos!!!

-SILENCIO!!! Si lo hacemos, Hikaru morirá!


-Hikaru- repitió Kaoru, como si se tratara de un recuerdo lejano. Su mente se esclareció aún más con la mención de ese nombre. – No, Hikaru no morirá! No queremos matarla!

El humano-dragón que lo sostenía jaló de su brazo, empujándolo contra uno de los cristales y logrando silenciarlo, casi eliminando todo el aire de los pulmones de Kaoru con el golpe. Acercó su rostro pálido al de él y siseó, una lengua bífida escapó por unos segundos por entre sus labios curvados en una cruel sonrisa.

-Te callazzz, Humano.

-Dices que no quieren matarla, pero mientras tu estas aquí perdiendo una batalla, tu sangre está en el castillo, a punto de hacerlo.

-Mi san…- Comenzó a preguntar, pero entendió antes de formular la pregunta. Kamui. Le había pedido que no lo hiciera, que lo esperara! Y nunca habían hablado de matarla! Jamás hubiera… Jamás hubiera accedido a todo esto si involucraba…

Los dragones, como si pudieran leer su mente, volvieron a hacer tronar sus voces.

-Fuiste engañado. Si deseas salvarla, entonces harás lo que te pedimos, Humano. Y tal vez te perdonemos la vida.

Kaoru observó a las criaturas, perplejo. Estos eran sus enemigos, podía confiar en ellos? Si estaban diciendo la verdad, entonces debía detenerlo de inmediato. No creía que su hermano fuera capaz de llegar a ese extremo para revertir lo que sus padres habían hecho, pero, era imposible? Desde que Hazue se había transformado en lo que era hoy, su hermano había cambiado. Su búsqueda por una solución se había tornado casi obsesiva, consumiéndole incontables horas de su día. Pero no podía dejar de entenderlo. Él mismo deseaba poder revertirlo, aunque solo fuera por Hazue. Pero si el costo era tomar una vida, no podría hacerlo. La pregunta era, podía Kamui? Si confiaba en los dragones, y los ayudaba, lo engañarían? Cual era la verdad?

-Si quieres verla-
Contestó uno de los dragones, dándole a entender a Kaoru que realmente podían leer sus pensamientos-, si tanto deseas comprobar que lo que te decimos es cierto, entonces préstanos tu energía, y podrás verlo con tus propios ojos.

*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*


Hikaru comenzó a retorcer sus brazos y piernas de forma desesperada. Necesitaba zafarse de las ataduras cuanto antes, intentar ganar algo de tiempo. Pero mientras más lo intentaba, la planta parecía responder acorde, y presionar sus extremidades aún más. Kamui había retornado a la tarima central, dándole la espalda. Había comenzado a entonar una serie de palabras, incomprensibles para la muchacha, pero de tal forma que parecía crear una especie de cántico, grave, rítmico y extremadamente poderoso. Hikaru podía sentir las palabras como si fueran algo vivo que atrapaba su atención y no la dejaba pensar en nada más, nublando su cabeza y sus pensamientos. Resistió a ese extraño poder casi tanto como a sus ataduras, y con el mismo fútil resultado. Su boca se abrió para exclamar algo, un pedido de ayuda, una suplica para que se detuviera, una maldición. No lo sabía, y nada salió de su boca de todas formas. Tan concentrada estaba en intentar librarse, que no había notado el cántico detenerse, ni al muchacho acercarse. Cuando elevó el rostro, Kamui se encontraba a poca distancia. El brillo azul de la habitación, que antes resplandecía por todo el lugar, ahora se concentraba en su totalidad en Kamui. La magia era tan poderosa y enérgica que la ropa del príncipe se retorcía frenéticamente a su alrededor, atrapada en el campo tan reducido de energía. El muchacho extendió una mano hacia Hikaru, apoyándola en su frente. La piel estaba fría, pero Hikaru no tenía la presencia para notarlo. Sus ojos estaban clavados en los del príncipe. El otro brazo del muchacho se extendió hacia el dije que se encontraba sobre la piedra, creando una especie de puente. Sus ojos se cruzaron con los verdes de Hikaru, y el muchacho sonrió levemente.

-Realmente lo siento, Hikaru.

Los orbes grises del chico parodiaban sus palabras con su inexpresividad, y la sonrisa parecía burlarse del gesto. Pero Hikaru, sintiendo la energía del muchacho acceder a ella forzosamente, percibió por un breve segundo la sinceridad de sus palabras.

Al segundo siguiente, solo sentía dolor.

Su cuerpo se arqueó inconcientemente, como si la energía que estaba siendo succionada de ella lo empujara, con tanta fuerza que ni siquiera sus ataduras pudieron resistirla. La mano de Kamui parecía ahora estar completamente fusionada con su frente, y Hikaru sabía que ninguna clase de fuerza humana podría separarla. La energía del muchacho entró a su propio cuerpo, ajena e invasora, y se entremezcló imposiblemente con la suya, aferrándose de cada hebra que podía acceder, y jalando de ellas para retirarlas de su cuerpo. En medio de los espasmos de dolor, y a pesar de que sus músculos se habían tensionado tanto que a penas podía moverse, pudo observar como la escama dorada, embebida con su propia sangre, comenzaba a elevarse, y girar de forma caótica sobre si misma, encerrada en la barrera de energía que estaba siendo creada a su alrededor. Las inscripciones que había realizado Kamui antes brillaban con mayor intensidad, pulsando de vida, restringiendo al poder dentro de la zona.

La vista se le nubló, impidiendo ver que más sucedía. Todo su cuerpo le dolía, hasta el músculo más pequeño de su cuerpo estaba en completa tensión, y su espalda se arqueaba más y más, que Hikaru sentía que en cualquier momento iba a quebrarse. Pero también entendió que la energía era demasiada. Aunque era suya, y siempre la había sentido, era ahora, cuando Kamui trataba de robársela para canalizarla, cuando comprendía realmente cuan vasta era. Tenía poderes dentro de ella que desconocía, y una inmensa capacidad potencial. Pero nada de eso le servía ahora. Poco a poco le estaban quitando todo lo que tenía. Sin embargo, Hikaru comprendió que era demasiada, incluso para Kamui. Si el chico continuaba de esta forma…

Hikaru venció el dolor para poder enderezar su cabeza y abrir sus ojos, focalizando como podía el rostro de Kamui.

Su inexpresividad había cambiado, y devolvía el rostro de Hikaru con una mezcla de resignación y obstinación que la dejaron paralizada. Kamui sabía, incluso probablemente lo supiera desde antes, que hacer esto iba a causarle también su propia muerte. Hikaru recordó sus palabras de hace a penas unos minutos. Su prioridad siempre había sido sus hermanos.

Intentó articular una palabra, pero le fue imposible. Kamui endureció su rostro, y un nuevo flujo de energía arrancó, involuntariamente, un grito rasgado de la garganta de Hikaru, arrojando hacia atrás su cabeza con la fuerza de la energía que estaba siendo robada de ella. La voz resonó en la habitación por un breve momento, antes que la propia energía del centro la absorbiera. Sin embargo, justo en el momento en el que Hikaru sentía que iba a quebrar del dolor, el flujo de energía se detuvo abruptamente. El dolor subsidió lo suficiente para que pudiera volver a abrir los ojos.

Kamui lucía al borde de la furia, observando la puerta por donde habían accedido. Aunque el flujo se había detenido, la conexión no se había interrumpido, y Hikaru comenzó a sentir nuevamente que jalaban de su propio núcleo. Antes que el dolor fuera demasiado, pudo escuchar la voz de su amigo.

-Que demonios…?!

Inui había utilizado la energía de su cuello para entrar a la habitación de la misma forma que la había utilizado para escaparse. Sin embargo, al entrar, todo su impulso se había congelado de la sorpresa. Fueron segundos que le costaron demasiado. Accedió a una de sus hojas por reflejo, y solo una mínima fracción de segundo después de arrojarla, las ramas de la planta chocaron contra él, empujándolo hacia la pared. Sin embargo, no había sido Kamui esta vez quien lo controlara, sino…

Inui giró su rostro antes que quedara inmovilizado, y sus ojos encontraron el cuerpo de Hazue. Un brazo del muchacho, segundos antes totalmente inmóvil, se había extendido hacia Inui, como en un impulso por proteger a su hermano. Sin embargo, el gesto había llegado demasiado tarde. La hoja de Inui se había clavado con precisión entre sus costillas, haciendo flaquear el brazo que mantenía la conexión en Hikaru, pero el príncipe, con tan solo una mueca de dolor para reflejar su estado, retomó la canalización de energía. Hikaru, aunque incapaz de frenar el intercambio, pudo sentir como la energía de Kamui comenzaba a debilitarse, el veneno del arma esparciéndose con celeridad por su cuerpo, incluso más debido al esfuerzo.

Si continuaban de esta forma, nada lograrían más que matarse ambos. Kamui debía entenderlo, pero su afán ciego por intentar devolver la normalidad a su hermano le impedía detenerse.

La energía era demasiada. Hikaru la sentía pulsar dentro de ella, y aunque estuvieran robándola, no parecía disminuir, aunque la fuerza la estaba debilitando. Era incomprensible. Como podía ser que, mientras su energía se volvía más fuerte, su cuerpo se debilitaba?

Su cuerpo humano.

Hikaru comprendió, mientras una nueva punzada de dolor la hacía arrojar otro grito y dejando dolorida su garganta, que su energía estaba despertando, su verdadero poder, y era tan vasto que su cuerpo humano no podía con él. Debía transformarse para resistirlo, para poder contenerlo y controlarlo. Pero aquello que le permitía transformarse en su forma verdadera, estaba en ese momento atrapado bajo las barreras de magia de Kamui, canalizando la energía hacia un Hazue que comenzaba a responder, aunque fuera de forma esporádica.

Si no recuperaba la escama, iba a morir. Pero Kamui no flaqueaba, a pesar de su estado, y Hikaru no podía movilizarse. No había nada…

Una luz dorada irrumpió en la habitación, proviniendo del mismo Hazue. Se esparcía por las ramificaciones de la planta, combatiendo la luz azul y absorbiéndola con lentitud. Kamui giró su rostro, pero en ningún momento se detuvo.

Hasta que escuchó la voz inconfundible de Kaoru, salir de los propios labios de Hazue. La luz dorada dio un pulso intenso cuando la voz retumbó en la habitación, demandándole a Kamui que se detuviera.
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