* Hana To Yume * - Prince of tennis - rol and fics
Wonderful Days Fics and Roll
* Hana To Yume * - Prince of tennis - rol and fics
Wonderful Days Fics and Roll
* Hana To Yume * - Prince of tennis - rol and fics
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

* Hana To Yume * - Prince of tennis - rol and fics

Nuestro foro fue creado con la intención de subir nuestras historias de fantasía (Porque escribimos para leernos de vez en cuando) y divertirnos con los juegos de rol de este fantastico anime THE PRINCE OF TENNIS.
 
ÍndiceÚltimas imágenesRegistrarseConectarse

 

 Capitulo 11

Ir abajo 
AutorMensaje
kaidoh-kiddo
Estudiante V.I.P
Estudiante V.I.P
kaidoh-kiddo


Femenino
Cantidad de envíos : 2394
Edad : 37
Escuela : Capitulo 11 Seigaku
Fecha de inscripción : 11/03/2009

Tu Personaje
Tu personaje:
Tu personaje de Tenipuri: Kaoru Kaidoh
Tu Prince or Princess: Inui Sadaharu

Capitulo 11 Empty
MensajeTema: Capitulo 11   Capitulo 11 Icon_minitimeSáb Jun 12, 2010 3:16 am

Hikaru estaba bajando las escaleras centrales del castillo, aún con la somnolencia del que recién se levanta. El enorme espacio vacío de la pared en donde antes se encontraba el cuadro la despertó un poco más, y pasó rápidamente por el lugar, bajando los escalones. Aún podía sentir un dejo de energía poco amigable en ese lugar, aunque de alguna forma se le hacía familiar. Habían pasado ya tres días desde que el cuadro se incendiara, y aún no habían descubierto que había sido la causa. Kaoru se mostraba, sorpresivamente, poco inclinado a averiguarlo, y Hikaru pensaba que podía ser por dos motivos. O realmente había sido la tormenta – lo cual dudaba-, o Kaoru ya sabía la causa, y no deseaba decírselo. Después de todo, el chico no había cambiado de un día para el otro solo porque habían admitido su mutuo interés, ni Hikaru pretendía que lo hiciera. Pero de alguna forma, todos los interrogantes que no podía preguntar en voz alta la estaban carcomiendo por dentro.

Estaba por saltar el último escalón, cuando la voz repentina de su amigo casi la hace errar y caer al piso.

-Hikaru, ya iba a despertarte.- Comentó Inui tranquilamente, aunque lucía cansado. Elevó una mano para frotarse el cuello, moviéndolo de lado a otro como para descontracturarlo, y Hikaru sonrió.

-Pasamos una mala noche? Ven aquí- Le dijo, acercándose de todas formas, no esperando a que su amigo se moviera. La pelirroja posó sus manos sobre los hombros del chico y, extendiendo su energía hacia la de él, alivió las zonas de molestia.

-Algo así, sabes que hasta que no pueda resolver algo, seguirá dándome vueltas en la cabeza. Tú, por otro lado, pareces fresca como lechuga- Dijo, arrancándole una risa a Hikaru por su inusual elección de palabras.

-No es que no me quite el sueño, pero trato de no hacerme tanto problema. Las cosas se resolverán a su tiempo. – comentó, terminando de aplicar su magia en los cansados hombros de su amigo. Sin embargo, un pequeño núcleo de energía ajena la atrajo hacia su cuello, donde, apenas visible, se podía distinguir una marca sobre la piel, como si fuese una cicatriz. Al pasar su energía sobre ella, Hikaru sintió una especie de pequeña corriente eléctrica pasar por sus dedos hasta todas las partes de su cuerpo, y retiró las manos, tomada por sorpresa. Inui volvió a cubrir su cuello con su mano, dándose vuelta para mirar a su amiga y sonriendo de lado.

-Molesto, verdad? No ha parado de hacer eso desde la tormenta del otro día. Por momentos puedo ignorarlos, por otros no me deja pensar en nada. Anoche no dejó de fastidiarme.

-Que crees que sea? – Preguntó, frotándose los dedos como si sintiera la energía residual hormigueando su piel. – Tendrá algo que ver con Kamui? Kaoru está enfermo de preocupación por él. Dice que debía estar aquí hace tres días.

-Imagino que, ahora que las cosas entre ustedes mejoraron infinitamente, te lo dijo él mismo? – Comentó Inui con una pequeña sonrisa de travesura, buscando molestar a su amiga. Si bien estaba terriblemente feliz de verla mejor y que hubiese admitido que el Rey le gustaba, y haber encontrado sentimientos similares, no dejaba de sentir un pequeño respingo de soledad al pensar que él ya no era tan necesario. Como sentir así le parecía terriblemente idiota, lo reemplazaba con bromas. Sonrió satisfactoriamente cuando el rostro de Hikaru se tornó tan carmesí como su pelo.

-Sabes, es verdaderamente molesto que seas tan observador! No se te puede ocultar nada. Una chica necesita sus secretos! – Rió, golpeando a Inui en el hombro de forma amistosa. – Hablo en serio, Kaoru estaba muy preocupado. Crees que le haya pasado algo?

Inui miró hacia los costados disimuladamente, y tomó el brazo de Hikaru para llevarla hacia un rincón del hall central, y se sentó en uno de los sillones. Su tono de voz era claro, pero deliberadamente bajo.

-Francamente, Hikaru, me preocupa más el pensar que haya huido. – Hikaru se sentó a su lado, su seño fruncido en duda.

-Porque habría de huir? Realmente, Inui, no entiendo porque desconfías tanto de él. – Su amigo la miró por unos segundos con un rostro neutral, y luego ambas cejas se elevaron.

-Preguntas en serio? Todo lo que hace me resulta sospechoso. No es la persona más transparente del mundo, precisamente. Lo que no entiendo es cómo puedes confiar tanto en él. Sueles juzgar bien a las personas, así que no dudaré de lo que sientes, pero no puedo compartirlo.

Hikaru se acomodó en el sillón, cruzando sus piernas y dejando descansar su cabeza contra el respaldo.

-Es difícil de explicar, pero su energía no se siente particularmente desagradable. Sé que actúa de formas extrañas, y gran parte de lo que piensa o hace no es posible adivinar, pero de alguna forma se que lo que sea que haga tiene motivos.

-Los motivos de uno no siempre son agradables para los demás, Hikaru- Comentó Inui, preocupado al escuchar los razonamientos de Hikaru. Sabía que para la chica tendría sentido, porque entendía cómo funcionaba la energía vital de las personas, pero para Inui, y para su mente tan acostumbrada a la lógica, le resultaba imposible entenderlo.

-Lo sé, no digo que sea absolutamente inocente. Pero cuando una persona posee motivos, al menos puedes negociar o hablar normalmente con ella. De todas formas, deja de preo…- Las puertas del castillo, a meros metros de donde estaban ellos, se abrieron de forma casi violenta, dejando entrar una fría ventisca e interrumpiendo lo que Hikaru estaba por decir. El clima había estado calmado desde la tormenta de la otra vez, casi demasiado calmado, pero el frío aumentaba día a día, y parecía haber más nieve que de costumbre. El frío llenó el hall rápidamente, y tanto Hikaru como Inui se pusieron de pie inmediatamente, cada uno accediendo de forma instintiva a las armas que escondían entre sus ropajes. El grito de pedido de ayuda de un hombre, fuera del castillo, los sobresaltó, y se acercaron a la puerta con cuidado, siendo plenamente conscientes que podía ser una trampa. Después del ataque a los hermanos, todos estaban particularmente en guardia ante estas situaciones, pero al llegar a la puerta y observar que sucedía afuera, olvidaron por completo cualquier precaución.

El hombre que había gritado parecía estar bien, aunque un poco agotado y sucio por el viaje, y parecía ser un aldeano normal. Dos guardias del castillo lo seguían, casi asustados y desesperados al mismo tiempo, manteniéndose alejados del pequeño dragonoid que no dejaba de gruñir y mover su cola nerviosamente de lado a lado. Pero lo peor de la escena era la persona que cargaba el aldeano en sus brazos. Estaba envuelto en una manta y tan sucio de barro y lluvia que a duras penas se podía distinguir, pero no había dudas que era Kamui, y que estaba inconsciente, si no peor. Hikaru corrió hacia donde estaba el hombre, pero el dragonoid se interpuso, gruñéndole a Hikaru, con sus azules ojos fijos en ella. La pelirroja entendió inmediatamente cual era el problema.

-Jaeff – Le dijo, reconociendo a la pequeña criatura por sus ojos humanos y sus alas vendadas. – Solo quiero ayudar a Kamui, necesita un Healer, y yo soy uno, entiendes? No le haré daño, pero necesito apurarme. Me dejarías? Por favor?

El dragonoid no dijo nada, pero se hizo a un lado, como indicando que podía acercarse, aunque sus ojos se mantenían atentos en la chica. Le hizo una seña a Inui para que se acercara y cargara al muchacho. El hombre que lo había traído estaba tan agotado que no aguantaría mucho más.

-Lleven a este hombre a la cocina- Dijo Hikaru a los guardias, que no dejaban de mirar a Jaeff con nervios- denle algo de comer y de beber, y cuando se sienta mejor, averigüen donde lo encontró y que sucedió.

Inui tomó al chico de los brazos del aldeano, y los guardias hicieron lo ordenado sin dudar. Inui se sobresaltó al cargar a Kamui, parecía extremadamente liviano. La cabeza del chico cayó hacia el costado debido al movimiento, inerte. Su rostro estaba arañado y sucio, y sus lentes parecían haberse perdido. Su pelo alborotado y lleno de barro y hojas, húmedo, y su piel extremadamente fría.

-Hikaru, está…? – De alguna forma, no pudo completar la pregunta. Se sorprendió a si mismo notando cuan asustado estaba porque eso fuera real. Hikaru apoyó sus manos sobre la cabeza de Kamui y cerró sus ojos, concentrándose a pesar del pánico. Luego de unos segundos que parecieron infinitos, la chica abrió sus ojos, y si bien había alivio en ellos, el apremio y la preocupación aún estaban allí.

-No, pero solo por poco. Necesitamos tratarlo urgentemente, y sacarlo de este frío. Esta congelado!

En poco tiempo lo entraron, recostándolo en uno de los sillones. Jaeff los siguió, dejando pisadas de barro en el hall, pero a nadie le importó. El dragón, pareciendo entender lo que Hikaru había mencionado, abrió su mandíbula, tomando una gran bocanada de aire, y al cerrarla, lo expulsó por su nariz en forma de viento cálido. Repitió esto varias veces, mientras Hikaru revisaba a Kamui. Quitó del medio la manta, verificando cualquier clase de herida, pero el chico estaba indemne y no parecía sufrir de ninguna lesión. Hikaru extendió su magia más allá de la superficie, y comenzó a explorar toda la energía de Kamui, verificando cada uno de los tejidos vitales que podían haber dejado al muchacho en ese estado. Pasaron unos largos minutos, y Hikaru no podía encontrar donde estaba el problema. Todos los vínculos vitales que formaban la energía de Kamui lucían debilitados, pero no encontraba por ningún lado una rotura que indicara daño. Era como si la vida de Kamui simplemente se estuviese rindiendo. Estaba por verificar todo de nuevo, cuando casi accidentalmente se topó con esas hebras de energía que había notado antes en los dos hermanos. La energía alrededor de ella parecía estar aún más debilitada, y Hikaru decidió seguir esa hebra, tratando de evitar que los repentinos brotes de energía que la habían desorientado antes no la hagan perder el camino. Pero no hubo brotes de energía, ni magia que la detuviera repentinamente como la otra vez. Sin embargo, a medida que avanzaba, sentía que su magia no podía con ello. Como si esa energía que seguía comenzara a ser tan ajena que no podía siquiera verla. El calor parecía haber producido una mejora, pero ahora la energía volvía a debilitarse y con rapidez. Hikaru se apresuró a continuar el camino, cada vez más segura que el lugar al que la conduciría sería la causa del problema, pero una repentina orden vociferada casi con desesperación la sobresaltó, perdiendo el camino y la concentración.

Kaoru bajaba las escaleras rápidamente, viendo con pánico en su rostro la escena.

-Aléjate de él! – Gritó nuevamente, apartando a Hikaru de Kamui con cuidado pero firmeza.

-Kaoru! Necesita un Healer! Solo quiero ayudarlo!- exclamó Hikaru, ofendida al pensar que estaba siendo acusada de algo, aunque el tono de Kaoru no parecía indicar eso. El Rey hizo caso omiso a ello, y alzó a Kamui del sillón en sus propios brazos, con extremada facilidad. La cabeza de Kamui volvió a ladearse y su brazo cayó hacia el costado, casi sin vida.

-Ningún Healer puede hacer nada por el ahora – Estas palabras sobresaltaron a Hikaru, pensando que se refería a que era muy tarde para salvarlo, pero el comentario de Inui la hizo reconsiderar.

-Piensas llevarlo al cuarto de la puerta azul? Que es exactamente lo que hay ahí? – inquirió Inui.

Kaoru volteó el rostro, siseando como nunca antes lo había hecho, terriblemente enfadado, y aferraba a su hermano fuertemente, tanto que probablemente le causara moretones más tarde.

-No tengo tiempo para explicaciones que no te incumben! – Exclamó con el tono de autoridad propio de un rey a una persona de inferior rango, lo que sorprendió a ambos. Nunca lo habían visto de esta forma, aunque entendían que el estado de su hermano lo había alterado considerablemente. Sin esperar respuesta de ningún tipo, comenzó a caminar a paso apresurado, y Hikaru lo siguió, decidida, e Inui a ella.

-Kaoru! Que es lo que tiene?! No pude encontrar ninguna clase de falla en la energía, es como si simplemente…- Hikaru no se atrevió a decir las palabras, y Kaoru no pareció escucharla. En poco tiempo llegaron al pasillo del cual Inui le había hablado. Hikaru sintió la fuerza que los repelía, tan violenta y tan firme que parecía una pared invisible. Ninguno de los dos pudo moverse más de donde estaban, pero Kaoru continuó con facilidad, y dejó a Kamui en el piso frente a la puerta. Tomó uno de sus brazos y abrió su palma, apoyándola contra la madera azul de la puerta, y apoyando su propia mano sobre ella para mantenerla ahí. Inui sintió pánico nuevamente. A diferencia de la última vez, en donde Kamui, aunque inconsciente, había estirado su brazo para alcanzar la puerta, esta vez no parecía responder en lo absoluto. Por la cara de desesperación y fastidio de Kaoru, no podía significar nada bueno.

-Rayos, Kamui, haz un maldito esfuerzo!!!- Exclamó el rey, apretando aún más la mano contra la madera, tan fuerte que de seguro las pequeñas tayas dejarían hendiduras en la piel de Kamui.

Nada parecía responder esta vez, pero Kaoru no abandonaba sus intentos. Fue solo después de unos minutos, exactamente después que Inui sintiera un nuevo pulso de electricidad en su cuello, que la mano de Kamui dio un pequeño espasmo de movimiento. La luz de la puerta se encendió de forma cegadora, y la sensación de que no debían estar allí aumentó considerablemente, haciéndolos retroceder unos pasos. La luz se concentró detrás de Kamui, y pareció absorberlo hacia el interior del cuarto, haciéndolo desaparecer. Kaoru se incorporó, y por un momento parecía que iba a entrar, pero volteó, recordando que había personas con él, y pasó por al lado de ellos, dejándolos atrás con rapidez. Notaron que la fuerza que los retenía para avanzar, también lo hacía ahora para retroceder, y solo pudieron moverse cuando Kaoru ya se había perdido de vista.

*_*_*_*_*_*_*_*

Una nueva tormenta se había desatado sobre los terrenos del castillo, aunque esta vez no daba señales de llover. Los truenos reverberaban en las paredes y ventanas, y el viento azotaba de tal forma que amenazaba con romper los cristales. Kaoru, sentado en uno de los tantos sillones que habitaban la pieza de Kamui, no había dado cuenta de ello, estando tan profundamente dormido como estaba. Habían pasado tres días desde que habían encontrado a Kamui, y el muchacho aún no despertaba. De día, estaba enfrascado en reuniones y entrenamientos para su ejército. Los Lobos estaban realizando ataques simples, pero cada vez más cercanos a los bordes del castillo, y un ataque mayor era inminente, a pesar de que aún no entendían los motivos, o al menos, Kaoru no terminaba de creer que fuera solo por Hikaru. Cuando llegaba la noche, simplemente se encerraba en la pieza de Kamui a esperar que despertara, si es que lo haría. Cada pequeño ruido y movimiento lo despertaba a él de su somnolencia, y así pasaba las noches, a duras penas pudiendo dormir más de una hora seguida. El cansancio comenzaba a hacerse latente. Además, deseaba ver a Hikaru, poder hablar con ella, estar con ella, lo que fuera. Pero temía el millar de preguntas que le haría, para las cuales no tenía respuestas, o si las tenía, no podía decirlas.

Finalmente, cuando un trueno particularmente resonante lo despertó, elevó su cabeza de donde había estado descansando, y buscó con la mirada a Kamui. El muchacho no se había movido un milímetro, pero sus ojos estaban abiertos.

Kaoru se puso de pie de un salto, acercándose a la cama en tiempo record.

-Kamui! Kamui, estas despierto?! – Los ojos grises del chico al principio parecían ausentes, pero lentamente se fueron tornando más enfocados, y con ello, el gris tan tormentoso como las nubes de afuera se encendió. Sus ojos se abrieron, casi desorbitados, y luego una mueca de odio deformó su juvenil rostro.

-Kaoru…- Llamó con voz quebrada por el profundo sentimiento de odio que parecía estar creciendo dentro de él, pero no parecía estar dirigido a su hermano. El príncipe elevó una mano con extremada dificultad, y aferró el brazo de su hermano. Un nuevo trueno irrumpió entre el ruido del viento, y menos de un segundo después, un relámpago encendió de luz la habitación.

-Kamui, tranquilízate! – Exclamó Kaoru, aferrando la mano de su hermano, pero la expresión de odio no menguaba, y la acompañaba ahora una de dolor.

-Kaoru… Fueron ellos… No nacimos así, fueron ellos! Como pudieron!? Nos mintieron todo este tiempo, haciéndonos creer que simplemente… - Un espasmo de dolor lo hizo curvar su espalda, arrancando un gemido de la ya temblorosa voz del chico. Kaoru aferró sus hombros para que se tranquilizara, pero nada parecía tener efecto.

-De que hablas, Kamui!? Tranquilízate! Vas a hacerte más daño si no te calmas!

-No imp… Ahhhh- Una nueva punzada de dolor lo atravesó, y se aferró de las sábanas, clavando sus propias uñas contra su piel al cerrar el puño con tanta fuerza. – Nuestros padres, Kaoru. Fueron ellos!!! A cada uno… A Hazue!!! Como pudie…Ngh! – Su respiración agitada dejaba nubes en el ambiente helado de la noche. Kaoru detuvo todo intento de calmarlo ante las palabras, quedándose helado y sorprendido.

-B…Bromeas!?- Preguntó, sabiendo perfectamente que no era así. Kamui no se dignó a contestarlo, y luchó contra otra punzada de dolor. Los relámpagos estallaban uno detrás del otro, y los truenos los seguían inmediatamente, la tormenta estaba justo arriba de ellos.

-Lo planearon todo… deliberado… no fu…- el cansancio comenzaba a hacerle perder el foco, y Kaoru salió de su estado de estupor para elevar a su hermano y abrazarlo, intentando contener de alguna forma los sentimientos del chico.

-Kamui, tranquilízate, por favor! No lo empeores! Casi pierdes la vida, demonios!!!

-Ellos…nos hicieron esto… Si no estuvieran muertos… Juro que los mataría!!!- El tono de voz de Kamui fue tan grave y lleno de furia que Kaoru se aferró aun más a él, desesperadamente tratando de calmarlo.

-El cuadro…Fuiste tú. Magia que no deja rastros… Lo supuse. Enviaste hadas… Se suponía que me contactaras, Kamui! Pudiste haber muerto.

-Quería avisarte… Envié las hadas para ello, pero mis sentimientos las confundieron. No pude evitarlo, no quise! Maldita sea… - Kamui devolvió el abrazo de Kaoru, aferrándose a la ropa de su hermano con fuerza. Su respiración lentamente se reguló, y cerró los ojos con fuerza. Cuando los volvió a abrir, su mirada era estable y carente de emoción.

-Hikaru… - Kaoru se sobresaltó al escuchar el nombre en labios de su hermano, con un tono tan frío que le produjo un escalofrío. – Hikaru es la persona que necesitamos. Es la hija de los últimos reyes del clan de la Escama Dorada.

Kaoru se apartó de su hermano, sus ojos abiertos de par en par por la sorpresa.

-Eso… no puede ser! Creía que no había descendientes! – Un nuevo pensamiento saltó en la mente de Kaoru, y su semblante se ensombreció- Son ellos?! Los que controlan a los Lobos! Piensan atacarnos… Están buscando a Hikaru!!!

Un último relámpago iluminó el interior de la habitación, y el trueno solo resonó unos segundos después. El cielo había comenzado a despejarse. Los ojos grises de Kamui miraron a su hermano con firmeza, aunque aún parecían estar desorbitados.

-No podemos perder más tiempo. El rompecabezas esta completo Kaoru. Hay que hacerlo.

Kaoru frunció el seño, sus emociones divididas entre dos decisiones. Kamui pareció notarlo, y su mirada se intensificó.

-Kaoru… No podemos echarnos atrás. Si no por ti, hazlo por él. No es momento para dudar.

Una chispa de culpa cruzó el rostro de Kaoru al ser recordado de porque lo hacían, pero continuaba turbado.

-No, lo sé, Kamui. Lo sé.

Kamui lo observó, con sus ojos neutros e indescifrables, y por un momento parecía que no iba a moverse, pero finalmente volteó el rostro hacia la puerta. Kaoru lo imitó, sin entender lo que sucedía, hasta que luego de unos segundos, la puerta se abrió, y al poco tiempo entraron Akemi y Fuji.

Kamui no sonrió, y Akemi le devolvió la mirada, con un dejo de conocimiento y avidez.

-Sabía que ibas a estar aquí… Si lo viste en un sueño, sabes lo que sigue, o no?

-Kamui, no tienes que…- Comenzó a argumentar la chica, aunque sabía que era una batalla perdida. Kamui no se inmutó, y la interrumpió con voz firme.

-Quedan ambos delegados de sus cargos para conmigo. Pueden regresar a sus cargos originales a partir de ahora. Eso es todo. – El muchacho desvió la mirada, observando por la ventana con tranquilidad y sin ninguna señal de remordimiento o tristeza.

-Kam… Su alteza, porqué n…- Comenzó a decir Fuji, sorprendido, pero la muchacha lo detuvo, aferrándolo del brazo y sonriéndole tristemente. No eran noticias para ella. Tal como había dicho el príncipe, había previsto esto en un sueño. Sin decir nada más, se retiraron de la pieza, la puerta cerrándose lentamente detrás de ellos. Kaoru, sorprendido, volteó para mirar de forma interrogante a Kamui.

-Porque hiciste eso?

-Ya no son necesarios. Ahora estamos tú y yo, Kaoru. Esto es asunto nuestro, de nadie más.

El silencio llenó la habitación por un buen tiempo. Con la tormenta despejándose, este era más abrumador que antes. Kamui se recostó, volteando de lado, dándole la espalda a su hermano.

-Ve a dormir, Kaoru. Ya estoy bien.

Kaoru deseó decir algo más, pero los nuevos descubrimientos atosigaban su mente con insistencia. Los lobos, el clan de Hikaru, sus padres… Todo era un torbellino en su mente. Aferró el hombro de Kamui y apretó en forma de saludo, poniéndose de pié y dejando atrás la habitación. Cuando la puerta se cerró, Kamui giró para acostarse de espaldas, y sus ojos grises lucían casi blancos como la nieve que se acumulaba en los terrenos, imposible de derretir.
Volver arriba Ir abajo
 
Capitulo 11
Volver arriba 
Página 1 de 1.
 Temas similares
-
» Capitulo 17 -FIN-
» Capitulo 15
» Capitulo 00
» Capitulo 16
» Capítulo 01

Permisos de este foro:No puedes responder a temas en este foro.
* Hana To Yume * - Prince of tennis - rol and fics :: *Dragon Blood*-
Cambiar a: