Holitaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!
Me alegra mucho que les haya gustado, me hace muy feliz saberlo. Puede que estos capis sean un poco aburridos, pero prometo que más adelante seran mucho más entretenidos.
Ahí les dejo el capi y como siempre dejando la intriga Capítulo 3Las nubes cada vez dominaban más el cielo y un aire frio empezaba a circular por las calles de Lorian. En la ciudad apenas había gente, a excepción del algún animalito que buscaba comida entre los escombros de los ciudadanos. Esa extraña tranquilidad se vio interrumpida por los pasos de un grupo de militares que escoltaban a tres encapuchados y algunos acompañantes.
Llegaron hasta un edificio de aspecto tétrico y algo deformado por el paso del tiempo. Arai cogió un manojo de llaves y con una de ellas abrió la cerradura de la cadena que envolvía el pomo metálico de la puerta. Dos de los escoltas empujaron con fuerza la enorme puerta y de ella salió un hedor repugnante que provoco que todos retrocedieran un par de pasos.
Avanzaban por los pasadizos sin detenerse hasta llegar a un amplio patio descubierto. Las chicas se quedaron horrorizadas cuando vieron las manchas de sangre en la pared.
- ¿Qué ha pasado aquí?- preguntó Sakuno agarrando de la mano a Kira.
Hikaru se sentó en el suelo apoyando su espalda contra la pared mientras colocaba sus brazos sobre su estomago entrecruzándolos. Shiraishi con paso tranquilo se acercó a la muchacha y le preguntó
- Hikaru ¿Dónde los habéis encontrado?
- Estaban cerca de la mansión de las Ryûsaki- le contestó ella sin mirarlo- no fueron fáciles de capturar.
- Muestra respeto por tu superior y mírame a los ojos cuando te hablo- ordenó el del pelo grisáceo.
- Lo siento, pero no puedo- dijo la Fujiwara bajando la mirada- no tengo fuerzas para hacerlo.
Shiraishi se arrodillo delante de la chica, apoyó su mano en la barbilla de está obligándola a mirarle a los ojos.
- Yo no te culpo por lo que pasó- dijo el joven- Debes olvidar lo que pasó o nunca serás feliz.
**Kira**
En una especie de tarima, se pusieron las cuerdas que había ordenado Arai. Las chicas estaban nerviosas y si hubiese sido por ellas no hubiesen ido a presenciar tan horrible espectáculo, pero el miedo de Sakuno de dejar a su abuela con unos personajes tan peligrosos la obligaron a acompañarla a pesar de que se arrepentía en todo momento. Sumire se mantenía impasible a lo que ocurría a su alrededor, contemplando todo lo que hacían las fuerzas de seguridad.
- Destápenles las caras a esos tres- ordenó el joven juez- quiero ver sus rostros antes de matarlos.
Las caras de dos chicos y una chica quedaron al descubierto. Sus rostros aun eran jóvenes y bellos. Sakuno, Kira y Kuranosuke se sorprendieron al volver a ver el rostro de aquel chico que la noche anterior habían ayudado. El más joven de ellos, era un chico estatura media, pelo negro y ojos ámbar que no apartaba su mirada de Arai. Al lado de él había una chica bastante delgada, de cabello moreno y ojos verdes, que mantenía en su blanco rostro una sonrisa chulesca.
- Mada mada dane- dijo el moreno sin dejar de mirar al juez.
La chica morena se rió de manera altiva mirando de arriba abajo al pobre castaño que tenían delante. Arai cansado de la insolencia de aquellos delincuentes, cogió al más pequeño por el cuello, asfixiándolo con sus fuertes manos.
- Nya, suéltalo- gritó el pelirrojo levantándose del suelo, dispuesto a atacar al juez.
Arai tiró al chico que agarraba con sus manos contra la chica de los ojos verdes, que chilló de dolor al recibir el impacto del cuerpo del pequeño compañero. Eiji intentó acercarse al castaño, pero dos militares lo sujetaron fuertemente por los brazos impidiéndole seguir caminando. Arai con gran velocidad llegó hasta el pelirrojo y le dijo:
- A mi no me das ordenes, chaval.
Eiji sintió de nuevo dolor en su estomago. Un puñetazo del juez fue el causante del retorno del dolor del joven y que su herida volviera a abrirse. Kikumaru cayó al suelo mientras la sangre volvía a recaer entre sus manos hasta llegar al frio y duro suelo de piedra.
- Kikumaru- gritó la morena, dejando a un lado a su compañero e incorporándose indignada- Si eres tan hombre suéltanos las cadenas de las manos y peleemos cuerpo a cuerpo.
- Niñata, ¿Quién te crees para hablarme así?- preguntó Arai dando una fuerte bofetada a la chica.
El más pequeño se acercó rápidamente a la chica, tocándole la mejilla que estaba roja por el impacto de la mano de Arai en su cara.
- Kin ¿Estás bien?- preguntó.
- No te preocupes Ryoma- dijo ella- pega como una niña.
**Kira**
Las chicas observaban incrédulas la escena que estaba protagonizando Arai, no podían creerse que fuera tan violento, incluso que llegara a pegarlos de aquella manera. La abuela Ryûsaki se sentí impotente, sentía la necesidad de parar todo aquello, toda aquella locura. Una mano se posó en el hombro de la mujer, obligándola a girarse y dejar de mirar al juez.
- Tranquilízate Sumire- dijo Kuranosuke- No debes entrometerte entre Arai y ellos, saldrías perdiendo.
- Pero se le está yendo de las manos- dijo la abuela volviéndose a girar.
- Espera- ordenó el joven agarrándola del brazo- Huele extraño.
- Es un lugar abandonado- dijo Sumire soltándose del agarre de Shiraishi.
- No es eso. Huele a pólvora- alertó el muchacho.
-¿eh?- preguntó Sumire incrédula- Agachaos, ¡Una bomba!- gritó de repente al darse cuenta de que el joven militar tenía razón.
Una fuerte explosión derrumbó a todos los que se encontraban en el interior del edificio provocando miedo y la confusión entre ellos. Algunas de las chicas no pudieron aguantar el impacto y cayeron desmayadas contra el suelo. Shiraishi apenas podía moverse, tenía cortes en su cuerpo y algunos rasguños en la cara. Cuando el humo de la explosión se disipó, el joven pudo ver un gran agujero en la pared que daba justo al mar. Por él entraron algunas personas más. Kuranosuke, por sus ropas, comprendió que se trataban de piratas, los cuales venían a llevarse a sus compañeros.
Probó de moverse otra vez, pero su cuerpo aturdido parecía no hacerle caso. Con mucho esfuerzo y dolor consiguió ponerse de rodillas para poder ver mejor lo que estaba ocurriendo. Veía como los asaltantes hablaban entre ellos, pero por culpa de la explosión no podía oír nada de lo que decían.
- Mamushi, vigila que nadie nos ataque mientras los sacamos de aquí- ordenó un moreno mientras se dirigía hacia Eiji.
- Fshhhhhhhhh- siseó el joven – no me des ordenes, Momo.
El chico de ojos violetas posó su mano sobre el vientre empapado en sangre del pelirrojo. Kikumaru estaba bastante pálido y gemía de dolor.
- Tranquilo, Eiji- dijo Momoshiro levantándolo del suelo- ya verás cómo te pones bien.
- Hoi Hoi- susurró débilmente el chico de ojos gatunos.
- Vamos Kin, Ryoma- ordenó la capitana, señalando dirección al barco- No hay tiempo.
- Capitana Gris ¿Qué hacemos con éste?- preguntó uno de ellos señalando al Kuranosuke.
- Déjalo, no nos va a atacar- dijo Gris sujetando por la cintura a Kin y pasando uno de los brazos de ella por encima de su espalda para ayudarla a caminar- Kaoru vigila mientras llegamos hasta el barco.
**Kira**
El chico malhumorado miraba de un lado a otro, sujetando entre sus fuertes manos una afilada espada algo estropeada por el paso de los años. Comprobó y recomprobó que nadie lo pudiese atacar a él y menos aún a sus compañeros que se dirigían hacia el barco.
La capitana del buque le hizo señas, advirtiéndole que ya podía dejar de vigilar y regresar al navío. Pero no le iba a resultar tan fácil. Cuando dio media vuelta sobre su cuerpo el sonido de una pistola apuntando hacia él lo advirtió de la presencia de alguien detrás de él. Kaoru volvió a girarse y se encontró ante él a la bella pelirroja apuntándolo con un revólver, una nueva arma que acababa de aparecer en el mercado y pocos podían permitirse el lujo de comprarla.
La luz de sol poniéndose se reflejaba en los jóvenes rostros de los dos muchachos que se miraban fijamente, examinándose. Kaidoh no pudo evitar apartar la mirada de los verdes ojos de la chica y desplazarse por todo el cuerpo de Hikaru. Sonrió notoriamente cuando sus ojos se toparon con algo que resaltaba aún más la belleza natural de la Fujiwara. Hikaru se sintió incomoda ante la mirada inquisitiva del chico y pasó uno de sus brazos por delante de su busto.
- Maldito insolente- dijo ella mirándolo con despreció- Tú, de aquí, no te marchas.
- Fshhhhhhhhhhhh- siseó Kaoru guardando su espada en la funda que estaba sujeta gracias a una cuerda dorada que rodeaba su cintura.
Kaidoh se volteo y empezó a caminar en dirección al barco sin prestar atención a la chica. Muy bajito susurraba una cancioncilla, lo más seguro es que se tratase de una vieja canción de piratas. La pelirroja frunció el ceño, tiró su arma al suelo, apretó los puños y salió corriendo detrás del moreno. Saltó con todas sus fuerzas tirando a Kaoru contra el suelo y cayendo ella encima de él.
El muchacho estaba en desventaja pues estaba tumbado en el suelo, boca abajo y con las manos atrapadas por las de ella.
- No te creas que puedes huir de mí así como así- dijo ella cerca de la oreja de Kaoru.
- Fshhhhhhhhhhhh- volvió a sisear Kaidoh forcejeando con la chica.
Hikaru era una chica persistente y haría todo lo posible para que el chico serpiente no se fuera de rositas, pero él tampoco se iba a dejar atrapar así de fácil, le gustaba dar un poco de guerra.
Después de muchos golpes, patadas y puñetazos, Kaoru consiguió darse la vuelta quedándose tumbado bocarriba, pero aún con la pelirroja sentada encima de él. Hikaru saco de uno de los bolsillos de su corto pantalón unas esposas algo oxidadas.
- Bien, dejémonos de tonterías- dijo ella encadenando al moreno- Pasarás un tiempecito en los calabozos.
**Kira**
Bueno hasta aquí el capítulo.
¿Qué hará Hika-chan con Kaidoh? ¿Que pasara con los piratas? ¿El mal los persigue?
Hasta la próxima.
Adiositoooooooooooooooooooooooo