Capítulo 1

Holitaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Yo, Kira Hatake vengo a traerles esta historia de piratas y amor.
Espero que les guste. Este primer capí se lo dedico a mi amiga Hikaru porque ha sido muy buena conmigo y me ha aclarado algunas dudas que tenía.
Ahí va el capi:

Capítulo 1

En la oscuridad del firmamento se podían ver algunas estrellas inmutables al paso de tiempo. El frio de la noche calaba en los animados y calientes cuerpos de los habitantes de la ciudad de Lorian, los cuales bebían, bailaban y cantaban alegras canciones de fiesta. Y no era para menos, por fin se había terminado la guerra de las montañas del sur y se había firmado la paz con el pueblo vecino.

De repente una gran humareda empezó a salir por la puerta y las ventanas de una casa. De dentro de la vivienda salió un joven muchacho encapuchado, que tosía con insistencia por culpa del humo. Miró de un lado a otro y vio que todos los ciudadanos lo miraban sin saber muy bien lo que ocurría. El joven empezó a buscar algo en sus bolsillos, hasta sacar una bolsita de cuero, con algo metálico en su interior. Salió corriendo cuando de la misma casa en llamas de la cual él había salido, apareció otra persona gritando:

- Alto al ladrón, está robando nuestro dinero.

- Lo siento mucho, pero lo necesito- grito el chico aumentando su velocidad al ver que algunos de los habitantes salían corriendo detrás de él- os lo devolveré todo.


En una apartada mansión había una bella muchacha de cabello castaño y de apariencia inocente que observaba las estrellas desde la ventana del salón de estar de su casa. Absorta en sus pensamientos no se dio cuenta de que alguien estaba detrás de ella, acompañándola en silencio.

- Sakuno, ¿Qué haces aquí tan sola?- preguntó.

- Ah, Shiraishi me has dado un buen susto- dijo la castaña girándose hacia el joven.

- Parece que la gente del pueblo está muy animada- dijo él apoyándose en la pared.

- Es bueno que después de todo lo ocurrido la gente sea feliz.

El chirrido de la puerta advirtió a los dos jóvenes de que alguien iba a entrar en la habitación en donde estaban los dos. Tan solo se trataba de una de las criadas de la familia Ryûsaki. La muchacha tenía la misma edad que Sakuno, era rubia y vestía con ropa muy humilde, pero era de envidiar su belleza.

- Buenas noches, Kira- dijo la Ryûsaki invitando a la muchacha a acercarse a ellos.

Los tres se miraron fijamente sin pronunciar ni una sola palabra, quizá no tenían nada que decir o simplemente preferían quedarse en silencio. Sakuno Se giró de nuevo hacia la ventana y suspiró en alto. Era evidente que algo le preocupaba y a pesar de que no lo decía en voz alta sus dos acompañantes la conocían a la perfección y sabía que algo rondaba en su cabeza. Fue Kuranosuke quien se atrevió a romper aquel silencio tan extraño.

- ¿Estás preocupada por lo de mañana, verdad?- preguntó.

- Sí- susurró la chica del cabello castaño.

- Pero no tienes de que preocuparte- aseguró la sirvienta- además el señorito Arai es un juez muy respetable.

- Ya lo sé, pero desconfío de él- admitió Sakuno.

El chico de pelo gris bufó y se incorporó, separándose de la pared que antes sostenía su cuerpo. Se llevó una de sus manos a la cara mientras con la otra la cruzaba por encima de su pecho de manera relajada.

- Mañana será un día muy aburrido- declaró Kuranosuke cerrando los ojos.

- Si tienes razón- afirmó Kira- Ya es muy tarde, deberían descansar un poco- informó la chica.

- Muchas gracias Kira, ahora mismo me voy a dor…- intentó decir Sakuno, pero fue interrumpida por Shiraishi.

-He sentido un ruido, hay alguien entre los arbustos del jardín- alertó.

- ¿Quién hay ahí?- preguntó Sakuno asustada, escondiéndose detrás del muchacho.

De detrás de un árbol salió el mismo chico que antes huía de los furiosos ciudadanos. Su respiración era entrecortada y apenas podía mantenerse en pie. Intentó dar unos cuantos pasos, pero sus piernas no le dejaron avanzar y cayó arrodillado al suelo.

- Por fa… favor ayúdenme- musitó el chico.

Las dos chicas al ver que joven estaba herido en el estomago, no tardaron en tender la mano para ayudarlo a acceder en la casa. Shiraishi, que desconfiaba de él, empujó a Sakuno y a Kira apartándolas bruscamente de la ventana

- No podemos fiarnos de él, puede ser un bandido o algo peor- aconsejó Shiraishi a las dos chicas.

- Pero se está desangrando- dijo Kira tendiéndole otra vez la mano al muchacho para que pudiese entrar por la ventana.

- Yo estoy con ella, no podemos dejar que se muera- Sakuno imitando a su plebeya, saco su fina y blanca mano por el ventanal- Si no quieres ayudarnos puedes marcharte.

El joven Shiraishi a pesar de que no está muy conforme con meter a un desconocido en casa, ayudó a las chicas adentrar al joven encapuchado dentro de la hacienda. Kira fue corriendo a buscar unas cuantas sabanas y agua caliente mientras Sakuno buscaba algo con que poder curar la herida. Shiraishi al ser comandante de los ejecitos durante la batalla de las montañas del sur aprendió a curar las heridas de sus compañeros, así que fue él quien lo sanó.

El chico de la capucha gemía de dolor mientras Kuranosuke le cerraba la herida. Kira sentía intriga por ver la cara del muchacho, así que acercó su mano al trozo de tela que le cubría y poco a poco fue quitándosela. La chica se quedó asombrada al ver a un chico de unas facciones muy suaves, cabello rojizo, tez morena, ajos azules y un trocito de venda en la mejilla. De improvisto el pelirrojo cogió de la mano a la rubia, acercándola a él.

- T…Tu eres…- intentó decir el de los ojos azules, pero se desmayó.

- Será mejor que lo dejemos descansar, ha perdido mucha sangre- dijo Kuranosuke lavándose sus manos manchadas por la sangre del desconocido.

- Yo me quedaré aquí vigilando, ustedes pueden marcharse a descansar- dijo Kira mientras Shiraishi y Sakuno se marchaban a sus habitaciones.


Aún no brillaba el sol en todo su esplendor, cuando el chico pelirrojo se despertó. Tardó un rato en acostumbrarse a la luz que entraba por las distintas ventanas que había en la casa, pero cuando intentó levantarse, notó su cuerpo entumecido y un fuerte pinchazo en su vientre. Se levantó la camisa y vio que parte de su barriga estaba vendada. Abrió con mucho cuidado la ventana, y cuando se disponía a salir por ella, una cálida mano lo sujetó por la muñeca.

- No puedes marcharte, se te abrirá otra vez la herida- dijo una voz femenina.

- No puedo quedarme Kira, no es seguro- dijo el pelirrojo girándose hacia la chica.

- ¿Por qué sabes mi nombre?- preguntó la rubia.

- Es difícil de explicar- contestó- me tengo que ir.

- Espera, dime tu nombre- replicó Kira

- Hoi, hoi- dijo él saltando por la ventana- Me llamó Eiji Kikumaru.


Cerca de la costa, escondido detrás de unas afiladas montañas de piedra, había un barco de velas azules y con una carabela dorada. Un frio intenso recorría la cubierta y las olas chocaban bruscamente contra el barco, provocando que la nave se moviera de un lado a otro haciendo más difícil mantenerse de pie en aquel barco.

En la proa de la nave había una chica de cuerpo atlético, cabellera larga y morena y tez blanca. Con una de sus manos sujetaba una brújula muy vieja con unas inscripciones que apenas se podían leer, pero que aún funcionaban. La chica parecía estar perdida en sus pensamientos, pero un leve roce en el brazo la advirtió de la presencia de alguien más en la cubierta del navío.

- Capitana Ootori, Eiji aún no ha regresado- dijo un chico de cuerpo musculoso, ojos lilas y cabello moreno.

- Takeshi echa el ancla e id a buscarlo- ordenó ella mirando hacía la ciudad de Lorian.

- De acuerdo- el moreno se perdió por una de las puertas del barco.

- Se avecina tormenta, algo malo está a punto de suceder- pensó Gris- ¿Dónde estás Kikumaru?


Bueno hasta aquí el capi, espero que les haya gusta.
Nos vemos pronto,
Adiositoooooooooooooooooooo