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 Capitulo 17 -FIN-

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kaidoh-kiddo
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Escuela : Capitulo 17 -FIN- Seigaku
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Tu Personaje
Tu personaje:
Tu personaje de Tenipuri: Kaoru Kaidoh
Tu Prince or Princess: Inui Sadaharu

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MensajeTema: Capitulo 17 -FIN-   Capitulo 17 -FIN- Icon_minitimeSáb Jun 12, 2010 3:42 am

Cinco días habían pasado desde la última tormenta, y el pueblo del reino Kaidoh aún se encontraba ocupado reparando los daños. Había sido la peor tormenta que podían recordar, pero la suerte había procurado que ninguna persona o animal resultase dañado, lo cual los aldeanos veían como algo cercano al milagro.

Igualmente milagroso había sido el clima posterior a la tormenta. Aunque el frío persistía, acorde a lo que, en otra época, recordaban como el invierno, las nieves eternas de la zona, por primera vez desde hacía muchos años, se derretían con la lluvia y formaban enormes zonas de barro. Aunque representaban nuevos problemas que afrontar, la gente no podía dejar de maravillarse por ver una reacción del clima que casi habían olvidado.

En los terrenos del castillo, la situación no era muy diferente. Los establos habían sufrido daños importantes, siendo los más expuestos a la intemperie, pero ningún animal se encontraba siquiera herido. La nieve derretida había convertido el suelo en un barral casi impenetrable, y los cuidadores de los terrenos debían atravesarlos con dificultad. Las dragoneras, aunque más resguardadas debido a la roca, sufrieron algunos daños. Algunas de las construcciones de madera que funcionaban como nidos habían sido derribadas y hechas añicos, pero afortunadamente habían estado vacías. Los dragones, al igual que los caballos, habían tenido la fortuna de estar combatiendo una guerra, lejos de la tormenta. Una guerra que, de forma inesperada, cambió de curso casi a ultimo momento, dándoles la victoria. Centenares de soldados habían regresado a sus casas, luciendo con enorme orgullo las heridas recibidas, incluso las peores de ellas. Habían presenciado una batalla como nunca en su vida, y sabían, incluso antes de volver, que sería la clase de historia que sus nietos les pedirían repetir una y otra vez, incluso cuando sus cabellos se volvieran blancos.

A pesar del frío y del barro, el día brillaba como nunca. El sol iluminaba a cuanta persona trabajaba en los jardines, haciendo del frío algo mucho más tolerable. Era en uno de estos jardines, adornado por centenares de flores y bancos de piedra, donde una inmensa fuente reflejaba el sol en destellos sobre cada gota de agua que salía de las estatuas centrales. El lugar estaba completamente inundado de las voces agudas de los pájaros que rodeaban la fuente. La gran mayoría buscaban el agua cristalina, pero algunos simplemente se posaban en las estatuas o los bordes, disfrutando del sol y la leve brisa que hacía flamear sus plumas. Tan tranquilos estaban, que la presencia de un humano, sentado en una de las blancas mesas de jardín esparcidas por el terreno, parecía no importarles. El muchacho de pelo castaño, con sonrisa afable y aspecto tranquilo, descansaba sobre uno de los sillones, pareciendo disfrutar los sonidos naturales. Incluso cuando las puertas detrás de él se abrieron de par en par, los pájaros no parecieron inmutarse.

Kaoru atravesó las amplias puertas y se sentó sin parsimonia alguna y bastante fastidio al lado del muchacho, quien, lejos de sobresaltarse, simplemente se limitó a ampliar su sonrisa.

-Sus healers deberían entender que una orden directa es contraproducente cuando tratan con usted, Majestad. Incluso una orden tan simple como ‘permanezca en reposo’, será completamente ignorada. No es tan difícil de entender- Comentó Fuji, con un cierto tono bufón en la voz que rozaba la insolencia. Kaoru lo miró de reojo, siseando de fastidio al escuchar el sermón que sabía iba a recibir, pero dejó escapar una pequeña sonrisa.

-Me estaban por salir hongos si continuaba acostado un día más. No se cual es el alboroto por un poco de caminata.

-El alboroto se debe a la última vez que su ‘caminata’ se convirtió en un entrenamiento de espada en los terrenos y lo deja casi inconciente… Su majestad. – Agregó, casi como recordando ser educado a ultimo momento.

-Si permanecía una hora más encerrado, iba a perder la cordura.

La sonrisa de Fuji de pronto se amplió aún más.

-Es curioso, no hace más de algunos minutos que escuché las mismas palabras…

-HIKARU-SAN!!!!

El grito irrumpió la calma de la escena, y los pájaros que habían estado retozando tranquilos salieron volando en un frenesí desesperado de plumas y chillidos. Fuji, solo reaccionando con una pequeña risa, volteó para ver a su amiga, Akemi, volviendo hacia ellos en un cansado trote, y una expresión de resignación en su rostro.

-Es imposible- Dijo, luego de recuperar el aire, y ofreciendo una leve inclinación hacia el rey a modo de saludo.- Le pedí incontables veces que no se transformara pero…

La muchacha no dio a tiempo de terminar su explicación. Una sombra oscureció el sol del que disfrutaban, y cuando elevaron sus ojos al cielo, pudieron ver la silueta de un enorme dragón de color blanco surcar el cielo, exactamente por encima de ellos.

-Hakuryu- Exclamó Kaoru, una inusual sonrisa curvando sus labios. El dragón, como si respondiese al llamado de su nombre, giró en una amplia curva y volvió a ellos, volando tan cerca de la superficie que casi parecía que fuera a estrellarse. Sin embargo, en el último instante antes de colisionar, una cegadora luz blanca estalló a su alrededor, y en lugar del enorme dragón, corría hacia ellos una muchacha de pelo rojizo, con algunos destellos dorados que había adquirido recientemente, y en su cuello un dije dorado en forma de escama destellando con la luz del sol. Kaoru se elevó de su asiento, aunque con dificultad, y Hikaru inmediatamente expresó el reproche en su rostro.

-Kaoru, tan difícil es mantener reposo? – Exclamó, finalmente delante de ellos, pero Kaoru se le adelantó, tomándola del cuello y dejando un apasionado beso en sus labios, sin ninguna clase de ceremonia. La muchacha, lejos de ofenderse, pareció responder con igual energía, ambos absolutamente despreocupados por tener compañía.

-No me reproches cuando tu misma estas por ahí derrochando energía en contra de lo que te ordenaron. – La pelirroja frunció sus labios de forma demasiado infantil para su edad.

-Pero me siento perfectamente bien! Tu, en cambio, luces como un viejo decrépito.

-Me alegra saber cuanto me quieres- Comentó Kaoru en un tono casi sarcástico, pero sabía que era cierto. A diferencia de la muchacha, que lucía saludable y absolutamente hermosa, vestida de finas telas blancas y azules con bordados en plateado, Kaoru estaba rodeado de una capa gris que lo protegía del frío del día. Aunque estaba lo suficientemente recuperado para poder caminar por su cuenta, sentía el frío de forma mucho más intensa de lo normal, signo que aún le faltaba por recuperarse completamente.

-Que hacías volando como loca por los jardines? No te cansaste ya?- Comentó, con un pequeño dejo de fastidio y sinceros celos. Hikaru dejó escapar una risa alegre, sabiendo que Kaoru aún no se acostumbraba del todo a lo que Hikaru era en realidad, pero lo haría rápidamente. La muchacha podía ver aún el asombro en los ojos de Kaoru cuando la veía transformada, pero también veía el aprecio y el respeto que le tenía, en cualquiera de sus formas, humana o dragón, y aunque el apodo que le había dado, parte en broma, parte en afecto, le hacía distinguir cuando se encontraba convertida en dragón, por momentos el Rey utilizaba el apodo, incluso cuando su forma era humana.

-Claro que no me canso. Pero además, estoy enseñándole a Jaeff a usar sus alas. Después de la regeneración de hoy, pudo volar unos diez metros antes que colapsara por el pánico de estar en el aire. Debías haberlo visto, Kaoru! La expresión de absoluta perplejidad!!! – Hikaru echó a reír, acompañada por Akemi al recordar la escena. El pobre Dragonoid aún no comprendía como usar sus extremidades, a pesar de estar siendo regeneradas de forma increíble por Hikaru.

-No deberías usar tanto tu poder, aún deberías estar descansando- Reprochó Kaoru, pero la risa de la muchacha no había menguado, y lo contagió de buen humor a él, aunque solo por unos breves segundos. – A Kamui le hubiera gustado verlo. – Exclamó, en una voz tan baja que no creyó que hubiera sido escuchado.

Sin embargo, la risa de la muchacha se apagó inmediatamente, y observó hacia el castillo con una mezcla de tristeza y resignación.

-Aún no sale de su cuarto, verdad? – Preguntó la pelirroja en un tono un tanto apagado. Kaoru negó con la cabeza, y volvió a sentarse en los sillones, jalando a Hikaru para que se sentara con él.

-Hace solo dos días que despertó, pero solo deja que Hazue entre en su habitación.

-Hazue… - Sonrió Hikaru, recordando al muchacho que había podido conocer en estos días. – Se maneja tan bien por el castillo a pesar del estado de sus ojos!

-Porque fue parte del castillo por tanto tiempo, posiblemente pudiera guiarte por él estando dormido- Comentó el rey, pasando una mano por la cabellera roja y dorada de Hikaru.

-Aún no entiendo porque sus ojos.- Preguntó Fuji, observando el gesto del Rey para con Hikaru con una pequeña sonrisa oculta. Sin embargo, fue Akemi la que le respondiera.

-Fue decisión de Kamui, quien sabe por qué? Probablemente cuando notó que la energía no sería suficiente, para no usarla del todo, decidió comprometer parte de sus energías y no repararlas. Probablemente supo que Hazue podría movilizarse perfectamente aunque sus ojos no pudieran ver, debido a su magia y su conocimiento del castillo. En cuanto a su Majestad, seguramente lo que menos problemas le causaría era ser desprovisto de la ya poca capacidad de magia. En cuanto a él mismo, ya estaba acostumbrado a no poder siquiera sostener una espada de forma hábil, supuso que perder su destreza física no sería tanto más diferente.

-Es un pequeño precio a pagar por lo que se nos dio- Comentó el Rey, observando solemnemente a Hikaru a los ojos. La muchacha le ofreció una mirada de igual sentimiento, y una sonrisa que comunicaba todo lo que no deseaba decir en palabras. Sabía que el rey estaba preocupado de no poder volver a montar a Snake, al no tener ninguna capacidad de magia en su persona, pero aún así, no le importaba, porque sabía que eso había ayudado a mantener a Hikaru con vida. La pelirroja se juró a ella misma que no dejaría a Kaoru fuera de poder manejar un dragón, costara lo que costara. Tenía nuevos poderes en ella, casi ilimitados. De alguna forma lo conseguiría, porque sabía lo mucho que los dragones, especialmente Snake, significaban para Kaoru.

-De todas formas- comentó Akemi, sus ojos concentrados en los jardines rebosantes de vida del castillo- Saldrá de su habitación en poco tiempo. Y por supuesto, llegará a tiempo a la boda.

La palabra iluminó el rostro de Hikaru como por arte de magia, y Kaoru reprimió una queja, sabiendo perfectamente lo que se venía después de esa mención. Le regaló a Akemi una mirada de fastidio, a lo cual la Dancer simplemente se encogió de hombros, riendo despreocupadamente, escuchando a Hikaru revisar en voz alta por milésima vez todos los preparativos, asegurándose que no se había olvidado nada.


*_*_*_*_*_*_*_*_*

La habitación lucía inusualmente ordenada, y sumida en sombras. Las pesadas cortinas protegían al recinto del frío, pero también impedían el paso del sol, haciendo que el esfuerzo de la tela por mantener cálido el interior fuera casi en vano.

El príncipe se encontraba sentado en su cama, cansado de estar recostado, pero sin energías suficientes para ponerse de pié. De todas formas no tenía un verdadero interés por hacerlo. Sus ojos grises, clavados en un punto inmaterial de la habitación, lucían más apagados que de costumbre. Sin embargo, cuando un familiar golpeteo en la puerta irrumpió el silencio, sus ojos parecieron cobrar un dejo de vida, y una pequeña sonrisa curvo sus labios, aunque no era más que un pálido reflejo de quien solía ser.

-Puedes pasar, Hazue- invitó, y la puerta se abrió para dejar pasar la silueta de su hermano con una bandeja en sus manos siendo acarreada con extremada habilidad a pesar de sus ojos cerrados. El pequeño muchacho sonrió de oreja a oreja, y Kamui olvidó que su habitación estaba sumida en oscuridad. Tan solo verlo ahí parado en el marco de la puerta le resultaba un sueño.

-Kamui, me dijo el cocinero que si no te lo tomas todo, la próxima vez no le pondrá azucar ni miel y te obligará a tomarlo así. – Comentó el muchacho desde el marco, con un tono de broma pero que no daba lugar a reproches. Kamui sonrió aún más. La testarudez típica de un Kaidoh.

-Con amenazas como esas, supongo que no tengo excusas. – Comentó, ampliando su sonrisa, pero esta se borró del rostro al escuchar una segunda voz provenir desde detrás de Hazue.

-El cocinero también dijo que si te rehusabas, te lo daría por la fuerza- Comentó Inui, empujando la puerta aún más, dejando que el príncipe lo viera. Hazue se percató del cambio de actitud de su hermano, y sonrió de forma apologética, entrando a la habitación y dejando la bandeja en el espacio vacío de la cama de Kamui.

-Lo siento, no podía ordenarle que no me siguiera- se disculpó el pequeño en voz baja, pero Kamui desvió la mirada, que había estado clavada en Inui, para ofrecerle a su hermano una sonrisa.

-Si puedes, Hazue. No olvides que eres el príncipe de este reino.

-Lo sé – Comentó su hermano, con una pequeña risa, y se apoyó en la cama para dejarle un beso en la mejilla de Kamui, y decirle con voz teñida de travesura- pero aún así no quería. No seas gruñón. Estaré fuera si me necesitas.- Y sin darle tiempo a Kamui a reprocharle nada, desapareció de la habitación con tanta agilidad que parecía no haber estado nunca allí. El ambiente cambió drásticamente, y los ojos de Kamui volvieron a concentrarse en el muchacho que se apoyaba despreocupadamente en el marco de la puerta.

-Creí haber pedido expresamente que nadie entrara aquí.

-Excepto Hazue- remarcó Inui, sonriendo de lado tan solo un poco, sabiendo que el muchacho entendería porque acotaba eso.

-Excepto él- Comentó con mal reprimido fastidio.

-Es porque no puede verte? Tienes miedo de no poder ocultar tus sentimientos ante los demás ahora que eres libre?

-Por qué estas aquí? – Demandó Kamui, ignorando las palabras del muchacho por ser tan ciertas. Inui sonrió, entendiendo el gesto, y se adentró aún más en la habitación, acercándose a los tapiados ventanales.

-Porque si escucho una vez más a Hikaru preocuparse por los planes de la boda, creo que perderá un amigo.- Bromeó, pero la expresión dura de Kamui no aflojó ni un poco. Inui suspiró resignado. – También vine para pedirte perdón. – Ahh, Inui sonrió mentalmente. Eso si había logrado ahuyentar la expresión de apatía, aunque más no fuera por una de incredulidad y sorpresa.

-Perdón? – Rió, de forma amarga, como si las palabras de Inui fueran una broma- Creo que estas confundiendo los roles.

-Piensas pedirme perdón a mi?

-No. – Contestó, tan rápido que Inui no pudo más que sonreír.

-En efecto. Después de todo, el objetivo de dejar entrar solo a Hazue fue para convencerte de que lo que hiciste tenía un motivo válido. No vas a pedir perdón por ello. – Inui le dirigió una mirada particularmente seria – Tampoco creo que debas hacerlo. No a mí, al menos. No, vine a pedirte perdón por casi matarte, de hecho. Se que los healers tuvieron mucha dificultad para mantenerte con vida antes que pudiera facilitarles el antídoto, y dudé por un segundo si debía dárselos.

-Si querías dejarme morir lo hubieras hecho. No tienes que pedir perdón por eso.

-Es por eso que está esto aquí? – Preguntó, y Kamui trasladó sus ojos del rostro de Inui hacia su mano, donde sostenía con habilidad una daga de vaina de plata, adornada con piedras azules. Kamui maldijo internamente, había olvidado que había dejado eso ahí después de la visita de Hikaru. El muchacho descartó de su cabeza los pensamientos de fastidio y sonrió de forma casi desafiante.

-Quieres ser quien lo haga? Podrías terminar el trabajo. Se lo ofrecí a Hikaru pero rechazó mi oferta.

-Y lo aceptarías sin más? Solo para una referencia futura, que dijo Hikaru cuando se lo ofreciste?

Kamui sonrió, a pesar de su intento por mantenerse enojado y apático.

-Me sugirió que podía meterme la daga en lugares que una princesa no debería poder describir de forma tan gráfica.

Inui echó a reír con ganas, imaginándose el colorido vocabulario al que ya estaba acostumbrado, y corrió de forma casi impulsiva las pesadas cortinas, haciendo que la habitación se llenara de luz cálida. Kamui cerró los ojos, sintiendo una punzada de dolor ante el cambio repentino, pero volvió a abrirlos solo para dirigirle una mirada de fastidio a Inui, la cual el chico ignoró por completo.

-El día es demasiado lindo y la oscuridad no combina con tu estilo- Kamui elevó una ceja ante el comentario, pero antes que pudiera acotar algo, Inui volvió a hablar, con una sonrisa casi traviesa en su rostro- Y bien? Cómo se siente la libertad?

Kamui respondió a la sonrisa con una propia que, aunque claramente fabricada en broma, ocultaba un poco de sentimiento real detrás.

-Duele- respondió, sinceramente, pero el sol contra su piel se sentía tan bien que su sonrisa se volvió bastante más real- Pero descubrí que ver el hermoso día soleado a través del llanto de mis ojos es…extremadamente placentero.

Inui se sentó en el borde de la cama del muchacho, apoyando una mano para poder inclinarse sobre él.

-Deberías mantener esa sonrisa.

-Y tu deberías odiarme.

Inui realizó un pequeño movimiento de hombros, restándole importancia.

-Debería, pero no soy el maestro de mis propios sentimientos. – Con una sonrisa que parecía disfrutar la expectativa, agregó- Aprenderás lo que se siente en poco tiempo.

-Intenté matarte- Insistió Kamui, negando con la cabeza, pero entretenido ante las reacciones de Inui.

-Y yo casi lo logro- argumentó, a lo cual el príncipe no pudo decir nada. Inui dejó escapar un resoplido de incredulidad – Vaya pareja hacemos.

-‘Pareja’?- Repitió Kamui, divertido

-Nadie actúa tan bien, Kamui.

-Ni siquiera tu?- Preguntó, elevando una ceja.

-Ni siquiera tu- Corrigió.

-Como puedes saberlo cuando ni siquiera yo puedo saberlo? – Reprochó, pero Inui simplemente rió.

-Pues, verás, llevo un par de años adelantado con esto de sentir libremente. – Explicó, y sacó la daga de su cinto, en donde la había ocultado habilidosamente, y se la entregó a Kamui de regreso, quien la tomó con una entretenida resignación en su rostro. El muchacho se puso de pié, dirigiéndose hacia la puerta. – Así que ya sabes a quien acudir cuando necesites un guía.

-Lo tendré en cuenta, Sadaharu.- Comentó, haciendo volar la daga unos centímetros como para atraparla nuevamente, pero escapó por completo su mano y fue a parar al piso. La puerta se cerró detrás de la risa divertida de Inui, y la mirada cercana a la indignación del Príncipe.


*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*

La boda se celebró en los inmensos jardines del castillo, en un día en el que, luego de muchos años, el sol quemaba con intensidad primaveral. Aunque muchos seguían maravillándose por la sensación de volver a tener estaciones, una persona en puntual renegaba del inesperado calor. La ahora Reina de Kaidoh había planificado una boda invernal, olvidando por completo que el clima podía llegar a cambiar ahora que los hermanos habían retornado a la normalidad. Cuando comprendió que el clima de eterno frío había sido debido a la personalidad de Kamui, le reprochó al muchacho que la culpa del calor la tenía su tonta sonrisa, y aunque Kamui le explicó divertido a Hikaru que ya no podía controlarlo, le informó que trataría de mantenerse serio durante todo el día. Algo que se vio negado inmediatamente cuando Jaeff irrumpió en la pequeña reunión y trató de jugar con el velo del vestido de la muchacha, haciéndolo estallar en carcajadas. Hikaru abandonó su velo, y abandonó su preocupación por el clima y los preparativos. A pesar de todos los inconvenientes, había disfrutado el día en sobremanera, y no podría haber pedido una boda más perfecta. Carente de pomposidad como ella y Kaoru preferían, pero dulce en su simplicidad.

Era la primera vez en la historia que alguien de un clan de dragones contraía matrimonio con un humano, y el mundo entero estaba perplejo ante la situación, una vez que la naturaleza de la muchacha se propagó.

Hikaru no podía esperar para estrenar todas esas situaciones que su inusual unión acarrearía.

FIN

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