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 Capitulo 03

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kaidoh-kiddo
Estudiante V.I.P
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kaidoh-kiddo


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Escuela : Capitulo 03 Seigaku
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Tu Personaje
Tu personaje:
Tu personaje de Tenipuri: Kaoru Kaidoh
Tu Prince or Princess: Inui Sadaharu

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MensajeTema: Capitulo 03   Capitulo 03 Icon_minitimeLun Abr 19, 2010 2:35 am

Inui duda de su cordura (pero todos lo habíamos hecho hace tiempo ya), Hikaru se pelea con Kaoru (para variar) y Kamui pretende ser un chico malo, pero todos sabemos que es demasiado torpe. (Pero no se lo digan). Finalmente, lo que todos (?) y especialmente Hikaru esperaban! Dragones!!!


El paisaje era hermoso. Un jardín laberíntico de flores, árboles y arbustos de toda clase. El sol bañaba cuanta superficie encontraba y hacía lucir las hojas amarillas como si fueran de oro, al verde como si fuese esmeralda, y al azul de las insignias reales como si fuesen de zafiro. Todo parecía reflejar la riqueza material del reino, y las risas infantiles y voces aún no formadas por los años, reflejaban la riqueza espiritual del pueblo.

Por uno de los tantos caminos de piedras del jardín, una repentina lluvia de pasos apresurados, acompañada de risas contagiosas, inundó el lugar.

- No vale que subas a los árboles, Kaoru! Mamá dijo que no lo hicieras! – Gritó una de las voces pequeñas desde alguna parte del laberinto. Solo una risa le contestó, y los pasos se volvieron a oír. El muchachito apareció a la vista del observador. Un pequeño de pelo negro y corto, de lentes y ojos enormes y grises, vestido de tal forma que era fácil entender que era uno de los príncipes. Las ropas azules y grises, con algunos destellos plateados, aunque notoriamente finas, estaban desarregladas por el juego, y adaptadas para permitir una libertad de movimientos. El muchacho miró hacia todos lados, y luego pareció centrarse en un arbusto. Caminó lentamente hacia el y, agachándose, sonrió.

-Sabes donde está Kaoru?

Del arbusto salió una risa explosiva, y una mano pequeñita que indicaba hacia un árbol. Mientras Kamui volteaba para verlo, del mismo árbol la figura pequeña de Kaoru saltó hacia el suelo, con el seño fruncido, pero mucho más inocente.

-Así no se juega! – Se quejó, yendo hacia el otro muchacho. Viéndolos juntos, era claro entender que eran hermanos, y la diferencia en tamaños y actitudes demostraba que Kaoru era el hermano mayor. Kamui le sacó la lengua, poniendo ambas manos sobre su cintura.

-Y tampoco se puede jugar si te subes a lugares altos! Sabes que mamá me tiene prohibido trepar árboles!

-Eso es porque eres un torpe!!! – Espetó Kaoru, ya escapándose de los intentos de Kamui de golpearlo. El chico de lentes corrió por unos segundos pero se detuvo, y volvió hacia el arbusto de antes, ofreciendo una mano. La misma manito de antes salió para tomar la de Kamui, y un pequeño, unos años menor que Kamui, salió gateando de debajo de la vegetación, y se puso de pié con la habilidad de alguien que solo camina hace algunos meses.

-Amui- Dijo el chiquillo, mirando hacia su hermano.

El chico tenía los rasgos de los otros dos, aunque compartía el color de ojos con el mayor. La ropa, aunque pequeña, mostraba las mismas características que la de los dos hermanos.

-Vamos, te llevaré a ver los pájaros de la fuente del jardín del norte!

Kaoru se apresuró en volver y se paró ante ellos de forma autoritaria y orgullosa.

-Mamá dijo que no fueras ahí hoy, se van a ensuciar y tenemos que volver a tiempo para la ceremonia.

-Pero será solo por un segundo! Y no me voy a ensuciar!

-Eso no lo sabes!

Las voces, de a poco, se fueron desvaneciendo, y la imagen se tornó borrosa. Los sonidos de los pájaros que habían estado embelleciendo la escena se transformaron en sonidos más fuertes, más reales.

Inui abrió los ojos lentamente, tratando de orientarse. Su vista dio con el alto y ornamentado techo de su habitación. Recordó donde estaba, porque estaba ahí, y que día era. De pronto, los recuerdos del sueño le vinieron a la cabeza como un torrente. Por qué rayos soñaría algo así? Podía explicar de alguna forma el porqué su subconsciente le mostrara imágenes de Kaoru y Kamui, pero inventar una persona, y por lo que parecía, un tercer hermano? De donde había salido eso? Trató de revisar la información que tenía en su cabeza de los Kaidoh. Tal vez en algún momento había escuchado algo, un rumor, una idea, de que los hermanos eran tres, pero falló en encontrar la referencia. Tal vez era solo un síntoma de los nervios del viaje, o una forma de su subconsciente de interpretar la personalidad de los hermanos, que parecía no ser lo que mostraba a simple vista. Una doble personalidad? Representada por un tercer hermano…

Inui, mientras se cambiaba para ir a despertar a Hikaru y comenzar con el programa que tenían para ese día, pensó seriamente si alguno de los vapores de sus venenos le había afectado algunas neuronas.

*_*_*_*_*_*_*_*_*



Hikaru ya estaba despierta cuando su amigo pasó a buscarla por la habitación. Había podido dormir bien, lo cual era un alivio ya que necesitaba quitarse el cansancio del viaje. Pero a penas comenzó a brillar el sol, Hikaru se despertó, somnolienta. Luego de recordar los últimos sucesos del día anterior, se terminó de despertar cuando recordó que hoy le habían prometido ir a ver a los dragones, y antes que fuera la hora, ya estaba cambiada y lista para comenzar el día. Mientras caminaban hacia el comedor, Inui le informó que desayunaría con el Rey, y que lo haría sola. Inui debía desayunar con los sirvientes, que le comunicarían los movimientos del día y las rutinas del castillo. Hikaru comenzó a indignarse por ello, diciendo que su amigo no era un sirviente, que debía ir con ella, y toda clase de argumentos. Inui bromeó, diciéndole que solo lo decía porque no quería quedarse a solas con el Rey, y el insulto más inocente que recibió de su amiga escandalizaría hasta al peor de los guerreros. Partiendo camino en la puerta del comedor, Inui le prometió que volvería con ella después del desayuno.

La pelirroja entró al recinto, casi esperando una multitud de gente sentada en la mesa, personas discutiendo, pompa y ruido, exactamente como había sido la noche anterior. Sin embargo, al abrir la puerta, la recibió una habitación en silencio, con las ventanas abiertas de par en par para dejar entrar el sol matutino y la brisa. Solo dos guardias estaban parados en cada rincón, flanqueando a un muchacho vestido con ropa simple, tomando una taza de café y leyendo unos papeles, despreocupado de la puerta que se abría. Hikaru por un segundo pensó que no se había percatado de ella, pero el muchacho se puso de pie y corrió una silla, mirando a Hikaru un tanto impaciente pero aún así educado. No sabía porqué, pero esa combinación la fastidió un poco. Si iba a ser educado por fuerza, para eso que no lo fuera!

-Puedo correr mi propia silla, no soy inválida- Dijo, e inmediatamente luego lo lamentó. Que rayos le sucedía?! Era plenamente conciente que esa clase de gestos eran ley en la corte, y ya estaba acostumbrada a ellos aunque no le gustaran. Por qué le fastidiaban tanto cuando los hacía este chico!?

-No queremos que se lastime al mover un objeto tan pesado, princesa. – Comentó Kaoru, sarcástico ante la actitud de la chica. Hikaru apretó el mango del cuchillo que había tomado, tratando de contener la contestación.

-Para su información, su Majestad, soy capaz de mover una silla, y sostener una espada- comentó con voz calmada – y le agradecería que deje de llamarme Princesa y comience a hacerlo por mi nombre. Quiero creer que soy más que un título.

-Eso- Respondió el muchacho, volviendo a tomar los papeles- está por verse. Si tanto sabes sostener una espada, supongo que puedo darte algunas clases de cómo luchar con ella para que sea algo útil.

-Clases? Tal vez sea más correcto considerarlo un duelo. No creas que no estoy a tu altura. – Disparó, y comenzó a desayunar, sobretodo para tener un motivo para callarse y dejar de meterse en problemas. Kaoru la miró de forma tal que parecía ver su alma, y luego volvió a sus papeles con un simple ‘hm’ que fastidió terriblemente a la pelirroja, pero al menos dejó de provocarla. Por supuesto, en cuanto terminó de desayunar y el chico no había pronunciado palabra alguna y a penas quitaba su vista de los papeles, a Hikaru comenzó a molestarle el silencio. De verdad que no sabía que era lo que la ponía tan fastidiable alrededor del Rey.

-Alguna noticia interesante? – Preguntó, mirando a los papeles cuando Kaoru la observó de forma interrogante. El chico, al entender a lo que se refería, dejó los papeles de lado.

-Si consideras interesante que los malditos Lobos estén molestando en la periferia del reino.

-Problemas? – Preguntó la muchacha, alzando una ceja. Kaoru suspiró de forma explosiva y se recostó sobre el asiento de su silla y mirando hacia afuera por las amplias ventanas de la habitación.

-No debería. Siempre andan molestando. El idiota de su jefe es una verdadera molestia. No debería ser más que eso…

-Sin embargo? – Preguntó Hikaru, detectando la implícita duda en el tono de Kaoru.

- Algo no está bien. – Comentó el muchacho, casi para si mismo, perdido en la visual de la ventana. De pronto volteó y le sonrió a Hikaru de manera condescendiente, levantándose para irse.

-No se preocupe, Princesa, el Reino Kaidoh es fuerte. Una muchacha no debe preocuparse por estas cosas y debería disfrutar de su estadía. Si me permite, debo atender mis deberes. – Cuando la puerta cerró detrás del Rey, Hikaru aún no lograba calmar el deseo de estrangularlo.


*_*_*_*_*_*_*_*_*

Inui se encontraba sentado en la cocina del castillo, viendo a varios sirvientes manejarse por ella con habilidad, y algunos sentados en la amplia mesa, conversando animadamente mientras desayunaban. Le costó poco trabajo explicar lo que necesitaba, y cada encargado le explicó como se manejaban las cosas en el castillo de forma concisa pero altamente informativa, y a cambio, a ellos les costó poco trabajo obligar a Inui a sentarse y compartir el desayuno. En pocos segundos debería ir a acompañar a Hikaru, pero por ahora se limitaba a escuchar la conversación amena, y anotar todo lo que sonaba útil en su libreta. Estaba a punto de levantarse y agradecerles a todos por la información, cuando un ruido de pasos apresurados irrumpió en el patio al que daba la puerta de la cocina, y en el marco apareció Kamui, con su ropa real, que solía lucir tan arreglada, totalmente desordenada. Pantalones remangados, las mangas de la camisa recogidas, y por sobre todo, absolutamente embarrado, pero con una enorme sonrisa en el rostro. Inui recordó inmediatamente la imagen del Kamui de su sueño y no le costó esfuerzo vincularlas, pero era difícil recordar que el chico que estaba en la puerta era el mismo que los había interceptado en la ruta. El cocinero volteó a verlo justo cuando el muchacho entraba, dejando huellas de barro en el piso, intentando alcanzar una hogaza de pan que se encontraba en los estantes más altos.

-Maese Kamui!- Exclamó, indignado, con ambas manos en la cintura. El chico volteó, sin aflojar la sonrisa, pero al menos detuvo sus intentos de alcanzar la pieza de comida.

-Cuantas veces debo decirle que no entre a la cocina en ese estado!? Si quiere algo de comida, solo tiene que pedirlo! – Dijo, alcanzando el pan por el chico y apuntando con el hacia la puerta- Afuera con esa suciedad! Si desea hablar, hágalo desde la puerta!

-Lo siento! – Comentó, volviendo a salir y mirando desde el marco de la puerta.

-Siempre que vuelve de ver a Jaeff se comporta como un niño! – Bromeó uno de los sirvientes, desde la mesa.

-Como se encuentran sus alas? – Preguntó otro

-Toma, llévele también algunos terrones de azúcar, recuperará energías más rápido- Dijo el cocinero, caminando hacia la puerta y dejando en brazos de Kamui dos hogazas de pan y una bolsa pequeña repleta de terrones. Kamui le agradeció y volteó al que había preguntado.

-Bien, hoy logró desplegarlas tres veces antes de comenzar a insultarme. Creo que fue suficiente ejercicio por hoy. – Luego volteó para mirar a Inui, sonriéndole de forma peculiar. – Te hacía arriba, desayunando con Hikaru. Se que técnicamente eres empleado de ella, pero eres un invitado aquí, deberías estar arriba. – Inui estaba a punto de replicar que lo mismo bien se podía aplicar a él, ya que los sirvientes le habían comentado que el muchacho desayunaba o almorzaba con frecuencia junto con ellos. Pero consideró poco adecuado replicarle algo de esa forma al príncipe en frente de sus empleados, así que solo se limitó a encogerse de hombros.

-No me molesta este arreglo, de hecho, lo prefiero.

El muchacho de ojos grises sonrió, casi como si esperara esa respuesta.

-Como prefieras, pero recuerda que eres libre de comer con nosotros si quisieras. – Los ojos de Kamui se desviaron a la libreta, e Inui notó que había estado jugando con el borde de ella casi de manera nerviosa. Inmediatamente dejó de hacerlo y miró al muchacho, el cual le devolvió la mirada. – Oye, podrías acompañarme un segundo? Solo te molestaré un rato.

-Por supuesto, su alteza. – Kamui frunció sus labios de forma casi infantil al escuchar esto, por lo que los sirvientes rieron con ganas.

-Aun no se acostumbra a llamarle por su nombre, Maese Kamui, tenga paciencia. – El hermano menor de los Kaidoh le sacó la lengua al empleado que había hablado y sin decir nada, dio media vuelta y se alejó, por lo que Inui se apresuró a tomar sus cosas, saludar rápidamente al grupo y salir por la puerta a seguir al muchacho.

Caminaron unos buenos metros en silencio hasta que Kamui se detuvo en una zona del parque particularmente arbolada y volteó para verlo al rostro. Su mirada había cambiado a una más seria, aunque aún bastante amigable.

-Entiendo que tienes la costumbre de anotar información en tus cuadernos.

-Así es- se apresuró a responder, intentando descifrar la mirada del chico, aunque sin mucho éxito. Kamui sonrió, pero aún así este gesto no le decía verdaderamente nada.

-Quisiera ofrecerte una forma práctica y segura de guardarlo. Apuesto a que es molesto tener que andar llevándolo a todos lados- Dijo, finalmente, por lo que Inui se sorprendió, aunque su cara también era una mascara meticulosamente planificada.

-No creo que deba preocuparse por ello, Kamui-san. Estoy acostumbrado a llevarlos conmigo y están bien asegurados. Mi información es valiosa para mí, no descuidaría eso.

-Oh, no, verás- Aclaró Kamui, acercándose un poco a Inui- Entiendo que es valiosa para ti, pero también entiendo que eres demasiado observador, más que muchos de nuestros enemigos. Y si esos cuadernos cayeran en manos de esos enemigos, con la información acerca del rey que seguramente habrá en ellos… – Su sonrisa se amplió, y se tiñó de más seriedad que antes, casi bordeando lo gélido- No puedo dejar que eso pase. Ofrezco un modo más seguro por el beneficio del reino, no por el tuyo. – Dijo, finalmente, casi en tono burlón y alejándose un poco, por lo que Inui sintió que podía volver a respirar, preguntándose al mismo tiempo cuando había dejado de hacerlo. – Además, será mucho más práctico y cómodo, que dices? – Inui trató de pensar con claridad, pero aún creía que no era necesario.

-De verdad están bien resguardados, si alguien intentase robarlos o sacármelos, sufriría una muerte casi instantánea. – Comentó, sin poder evitar sonreír de forma un tanto perversa al recordar las veces que eso había pasado. Las personas que habían intentado robarle no pudieron jamás pensarlo dos veces. No les quedaba cerebro para hacerlo.

Se encontraba tan concentrado rememorando sus recuerdos que solo notó la presión en sus brazos y piernas cuando ya era demasiado tarde. Inmediatamente bajó la vista a sus extremidades y notó que las ramas de una enredadera cercana estaban trepando por sus brazos y piernas, presionando lo suficiente para bordear a penas la sensación de dolor. Antes que pudiera hacer nada, la planta lo atrapó tan completamente que tan solo podía mover la cabeza. Miró hacia Kamui. El chico se encontraba mirando hacia otro lado, pero Inui sabía que por el rabillo del ojo podía ver lo que pasaba, y también sabía que era la magia del muchacho la que estaba provocando que la planta actuase de esa forma. Al mismo tiempo que Kamui volteaba el rostro y se acercaba para verlo de frente, una parte de la enredadera se trepó por su cuello y su mejilla, obligándolo a mirar a Kamui. El príncipe estaba tan cerca ahora que ni aún desviando los ojos podía evitar esa gélida mirada gris.

-Hay magias en estas tierras Inui de las cuales solo has oído hablar, y muchas más que ni siquiera puedes imaginar. – sintió una de las ramas trepar por debajo de su remera, a la altura de su cintura, y quitarle el cuaderno que ocultaba en el borde de su pantalón, contra su espalda. La sonrisa de Kamui se volvió extremadamente perversa, e Inui estaba teniendo serios problemas en decidir si era algo por lo que debía temer o desear. El cuaderno fue a parar a las manos de Kamui, y el chico se llevó el borde del lomo a los labios, apenas apoyándolos sobre la textura rugosa de la cubierta. – Crees que puedas volver a considerar mi oferta?

Inui lo pensó. No le quedaban muchas opciones. La planta no lo soltaba, el cuaderno estaba bajo el poder de Kamui, y… era su idea o estaba haciendo más calor? Cuando se había levantado esa mañana aún el paisaje estaba rodeado por zonas de nieve, pero podía jurar que el sol estaba brillando con intensidad suficiente para derretirla.

-De acuerdo-, cedió, y devolvió al muchacho una sonrisa de advertencia- pero si algo llegara a pasarles… - comentó, sin importarle que estaba prácticamente amenazando al hermano del Rey. Kamui, lejos de estar ofendido, pareció disfrutarlo, si su sonrisa divertida era algo por lo cual guiarse.

- Acaso no confías en mi?

-Jamás. – Kamui dejó escapar una risa que amenazaba con romper la atmosfera seria con su sonido infantil. De pronto el muchacho desapareció de su vista, y el no poder mover su rostro lo dejó preguntándose a donde rayos había ido, hasta que sintió las manos del chico en su pierna, sacando de interior del borde de su bota uno de sus cuchillos. El rostro de Kamui volvió a aparecer frente a él.

-Jamás… es un tiempo demasiado largo. – Se llevó el filo del cuchillo a su boca y sonrió- espero que no sea uno de los que están envenenados- comentó, casi despreocupado, y presionó sobre sus labios, lo suficiente para crearse un tajo pequeño, por el cual inmediatamente comenzó a brotar una gota de sangre que no tardó en convertirse en un hilo hasta su mentón.

-Casi esperaba que fuera azul- bromeó Inui, sin poder quitar los ojos de la boca del chico y del vibrante color rojo de la sangre. Los labios se curvaron nuevamente, y una lengua se escurrió entre ellos para recolectar la sangre perdida, e Inui necesitó quitar la mirada de una buena vez. Se centró en los ojos del chico, aunque no por mucho tiempo. Kamui se acercó tanto esta vez, que Inui solo podía ver por el rabillo del ojo parte del pelo del muchacho. Sintió sus labios sobre el lugar donde terminaba su cuello y comenzaba su hombro, y luego la punta del cuchillo realizar una pequeña incisión, que no tardó en ser cubierta nuevamente por los labios del chico. Un repentino calor en la herida le hubiera hecho sobresaltarse de no ser porque la planta aun lo tenía absolutamente inmovilizado. Cuando los labios del chico se retiraron, el calor desapareció, e Inui supo que la herida había cicatrizado. Sin embargo, algo seguía allí. Kamui volvió a estar dentro del rango de visión, y la herida que se había realizado en sus labios ya estaba cicatrizando, y sus manos estaban vacías.

-Solo necesitas rozar con la punta de tus dedos la marca, y desear tener el cuaderno en tus manos, y este aparecerá en ellas. El mismo mecanismo cuando quieras esconderlo. No guardes más de uno al mismo tiempo, o provocarás un desbalance en la magia. Estaré en las dragoneras, al norte de aquí. Procura apresurarte en llevar a Hikaru, seguro esta ansiosa por verlos. – Kamui sonrió una última vez, y volteó para alejarse hacia donde había señalado. Mientras hablaba, la planta había liberado a Inui paulatinamente, pero pasaron unos buenos segundos antes de que pudiera moverse realmente, aunque ninguna magia se lo impedía.


*_*_*_*_*_*_*_*

Para cuando su amigo pasó a buscarla, Hikaru había estado tanto tiempo sola, sentada en la habitación, que los sentimientos de odio y fastidio que habían comenzado con el Rey se habían esparcido a toda la humanidad.

-Por que RAYOS tardaste tanto?! Espero hace casi una hora!- exclamó la pelirroja ni bien su amigo entró al lugar. El muchacho, acostumbrado a los humores de su amiga, aunque no a tales extremos, elevó una ceja y dejó la puerta abierta para que lo siguiera en vez de quedarse en la habitación.

-Supuse que tu desayuno con el Rey duraría un poco más. – comentó con tono bastante incisivo.

-No es… una persona de muchas palabras, evidentemente. Seguro eso refleja el vacío de su cabeza. – Inui caminaba delante de ella, pero aun así sonrió.

-No creo que pienses realmente de esa forma, amiga. Porque mejor no admites que el chico te intriga? Es el Rey, vas a casarte con el, es algo bueno.

-Porque no dejas tus observaciones astutas para otra cosa, eh? – Comentó, claramente enfadada porque era cierto.

-Porque tu siempre me ofreces las mejores respuestas, Karu.

En poco tiempo ya estaban cruzando el enorme parque del castillo. La nieve aun se apilaba a pesar que el sol brillaba con bastante intensidad. Era bastante extraño, el clima de la zona siempre parecía estar a medio camino entre el invierno y la primavera. Según había averiguado, desde que los reyes Kaidoh perecieron que el clima en las tierras se había tornado en algo desbalanceado. Finalmente, luego de algunos meses, volvió a estabilizarse de cierta forma, aunque eso significara un paisaje de nieve que casi nunca se derretía. Algunas veces, cuando la necesidad de algún cambio era necesario para el beneficio del reino, la necesidad de lluvia o sol, el menor de los Kaidoh con su magia lograba pedirle a la naturaleza de cambiar por un instante, pero eran casos esporádicos y desesperados, y el Rey era reacio a aceptarlos. Sin embargo, cuando se trataba de pelear y defender el reino de forma física, Kaoru era el primero en estar frente a las líneas delanteras, dispuesto a afrontar cualquier riesgo, y su hermano menor era el que cuestionaba si tal riesgo era necesario. A Inui le pareció que los dos hermanos se complementaban muy bien, y parecían tener una buena relación. Sin embargo, no podía dejar de dudar si esto era la verdad o una mera máscara. Miró de reojo a su amiga y juró nuevamente para si mismo defenderla de cualquier peligro, y a cualquier costo.

Hikaru, por su parte, estaba ansiosa. Jamás en su vida había esperado con tanto deseo por algo. Siempre le habían cuestionado su pasión por estos animales, ya que nunca los había conocido. Su propio hermano bromeaba diciéndole que estaba loca, o que era un berrinche de niña, sin embargo, su padre lo tomaba muy en serio y en varias ocasiones le había prohibido a Hikaru viajar para verlos, temiendo que la chica se pusiera en peligro por su fascinación. Ahora que lo pensaba, no entendía porqué su padre había aceptado casarla con el rey de un pueblo de dragon riders, pero suponía que su padre temía por el tiempo que le quedaba, y no tenía muchas opciones. Aún así, seguía sin poder explicar por qué la habían elegido, y estaba dispuesta a preguntarle a Kamui ni bien fuese posible.

De pronto Hikaru frenó abruptamente su marcha. Tres sombras alargadas y sinuosas en el cielo, meras siluetas negras contra el deslumbrante brillo del sol, se acercaban más y más a donde estaban. A lo lejos, podía ver unas construcciones gigantescas, mezcladas con las naturales montañas del terreno. Enormes cavidades en las montañas se podían distinguir a medida que se acercaban, y enormes construcciones de madera, imposiblemente altas, en cuyas puntas se encontraban construcciones parecidas a nidos gigantescos. Las siluetas bajaron lo suficiente para poder ser distinguidas, y Hikaru pudo divisar sus cuerpos gigantescos, similares a serpientes pero con enormes alas, con escamas que brillaban de todo tipo de colores. Los tres que volaban eran particularmente de color verde terroso, pero al acercarse comenzó a divisar otras criaturas y sus diferencias. Los que tenían tonos amarillos parecían ser más pequeños y ágiles, los rojos o colores borravino se veían inquietos, compactos y temperamentales. Unas enormes criaturas de color azul parecían descansar tranquilamente al lado de un arroyo cercano, sus enormes ojos mirando alrededor con cierto desden. La pelirroja observaba todo con fascinación. Las criaturas, que por lógica deberían serle ajenas o extrañas, le transmitían una inexplicable sensación de familiaridad que la dejó confundida. Era como si hubiese conocido y vivido con estas criaturas por toda su vida, como si las conociera y ellas la conocieran a ella. Nunca había sentido un vínculo tan fuerte con nadie. Los sonidos de rugidos, de enormes alas plegándose y agitándose de forma nerviosa, o letárgica, enormes garras rasgando la tierra al caminar, todos ellos comenzaron a ser audibles mientras más se acercaban. Una importante cantidad de personas caminaban por la zona, cuidando de los animales y de los lugares que ocupaban. Los dragones parecían estar acostumbrados a ellos. Concentrada como estaba en observar a su alrededor, solo se percató del muchacho cuando ya estaba a unos meros 30 metros. Kamui caminaba hacia ellos, la ropa aun desalineada y embarrada, el pelo un tanto alborotado. Con su altura pequeña y la sonrisa divertida, parecía no mucho más que un niño. Hikaru se percató pronto de una pequeña criatura que caminaba torpemente a los tumbos detrás de él. No debía tener mucho más de un metro de alto, aunque con el cuello elevado debía medir un poco más. El cuerpo no era alargado como los otros dragones, sino corto y más volumétrico, sus patas eran cortas pero fuertes, la cola era mucho más breve, y poseía unos ojos del color azul más vibrante que Hikaru jamás hubiese visto, que combinaba de forma espectacular con su cuerpo de color negro azabache que brillaba con una tonalidad azul. Sus alas, extrañamente, estaban plegadas a sus costados y envueltas firmemente en vendas. Cuando ambos estuvieron cerca, Hikaru escuchó un pequeño rugido casi divertido salir de la criatura, y una serie de sonidos que le recordaban el siseo de una serpiente. La chica recordó que el mismo Kaoru, cuando se enojaba, parecía emitir un sonido similar. Kamui sonrió, como si respondiese a los sonidos de la criatura, y llegó a ellos finalmente.

-Veo que llegaron sin problemas – Le sonrió a ambos, y se concentró en Hikaru, ampliando su sonrisa como si adivinara la emoción de la muchacha. – Y bien? Que te parecen?

-Son… espectaculares, Kamui- Comentó la chica, casi obnubilada por las criaturas que la rodeaban. Luego miró al pequeño que acompañaba al príncipe y sonrió – Es adorable! No conocía este tipo de dragones.

-Oh, Jaeff? – Preguntó, mirando a la criatura, la cual al escuchar su nombre se acercó a Kamui y apoyó su cabeza contra la cintura del muchacho, mirando de reojo a Hikaru, casi en un gesto tímido. El chico le acarició la cabeza al dragón – Es un Dragonoid, en realidad. Son una raza de dragones mucho más pequeña, claramente no los usamos para montar, aunque los niños pequeños pueden hacerlo. Pueden volar casi tan alto y rápido que los demás, pero no pueden llevar a un hombre adulto. Son menos orgullosos, también, mucho más amigables. Generalmente la gente los usa como mascotas, pero a nosotros nos ayudan en misiones de rescate o reconocimiento.

-Que le pasó a sus alas?- Preguntó la pelirroja, curiosa ante las vendas.

-Nació con un problema en ellas. No puede usarlas normalmente, por lo que no puede volar. Pero está haciendo progresos en desplegarlas, aunque vamos lento, verdad, Jaeff?- El dragón volvió a emitir un sonido divertido, casi de acusación, y Kamui le respondió con una serie de siseos, y Hikaru comprendió que estaba hablando con él. Hikaru se preguntó si podría aprender a hacer lo mismo. – Quieres acariciarlo, Hikaru?

La emoción de la muchacha afloró nuevamente, y por algún extraño motivo, su corazón comenzó a latir de forma acelerada.

-Me encantaría!

-Acércate, es un poco tímido al principio, pero es amistoso.

La chica se acercó a la criatura, aún parada al lado de Kamui, casi escondiéndose detrás de él. La muchacha lo miró a los ojos, esos orbes azules profundos, y se sorprendió al ver una mirada humana en ellos. A diferencia de los otros dragones que poseían ojos con la pupila vertical de serpiente, este tenía una pupila circular, como cualquier humano. Resultaba algo extraño, y Hikaru se preguntó, mientras estiraba su mano hacia la criatura, si todos los Dragonoids eran iguales. Sus dedos tocaron las duras escamas de la piel de la criatura, que, sorprendentemente, eran tibias como si fueran piel. La criatura, ante el contacto, elevó el rostro y sus ojos parecieron abrirse más de lo normal, dando una expresión de sorpresa. Emitió un sonido apenas audible, y luego inclinó la cabeza para que el contacto fuera más pronunciado. Hikaru sonrió y lo acarició con más confianza, pasando su mano por el cuello, y el hocico.

Inui observó a su amiga con una pequeña sonrisa en el rostro, sabiendo que la chica había deseado este momento durante toda su vida. El mismo se sentía intrigado por las criaturas, pero no tanto como la pelirroja. Extrañamente, verla al lado de esos animales lucía… correcto. Como si siempre lo hubiese visto así. Esa idea lo sorprendió, ya que carecía de toda lógica. Cuando elevó la vista hacia Kamui, dispuesto a preguntarle algo, la pregunta se le borró del cerebro. El muchacho observaba a Hikaru con Jaeff de una forma peculiar, como si el también hubiese esperado este momento por mucho tiempo. Sus ojos grises, normalmente calmos, parecían contener en ellos una tormenta de pensamientos. Un viento repentino rompió el momento, haciendo que Hikaru despertara de su fascinación, y Kamui volviera a su expresión normal, como si ambos despertaran de un repentino ensueño. Kamui recuperó la compostura, aunque, Inui no pudo evitar notarlo, con un poco de esfuerzo. Que rayos estaba ocurriendo ahí?

-Quieres ir a ver los otros? – Preguntó el príncipe, sonriendo. Hikaru aceptó sin dudarlo, y el muchacho los guió a través del terreno, cruzándose con gente que los saludaban como lo hacían en el palacio. En poco tiempo llegaron a la base de una montaña particularmente empinada, en donde se podían ver ubicadas cuevas a distancias iguales, claramente creadas por manos o magia humana. Escaleras de forma rústica talladas de la piedra misma permitían alcanzar hasta la más alta de las cuevas. Kamui volteó el rostro para verlos sin dejar de caminar, mientras que Jaeff lo seguía a los tumbos.

-Estas son las cuevas de los dragones de batalla. Todos ellos tienen un jinete al que responden. En la cueva de allí abajo – comentó, apuntando con la mano- es donde descansa Snake, el dragón de mi hermano. No es muy amigable – Sonrió- por supuesto, después de todo, dicen que los dragones se parecen a s…- El muchacho, con el rostro mirando hacia atrás como estaba, no vio la rama de árbol que estaba en el camino y tropezó con ella de forma poco elegante, contrastando violentamente con la imagen que solía dar. Hikaru e Inui se quedaron de piedra al ver esto, y luego se encontraron realizando un esfuerzo sobrehumano por no reírse, después de todo, no dejaba de ser el príncipe. Jaeff, aprovechando que el muchacho estaba en el piso, se tiró arriba de él para jugar, logrando embarrar las ropas azules aún más, pero arrancando una risa del muchacho. Otra risa, más potente que la de Kamui, llegó a sus oídos, y Hikaru e Inui voltearon para ver a un hombre grande y de fuerza evidente en sus músculos, mirando al príncipe y a Jaeff y riéndose abiertamente. Los chicos se relajaron, y las sonrisas no tardaron en aparecer en sus rostros.

-Maese Kamui, uno de estos días va a lastimarse si no recuerda ver por donde camina. Jaeff, déjalo tranquilo! – Comentó, acercándose a ellos y cargando al Dragonoid como si fuera un mero chiquillo. Hikaru se acercó, ofreciéndole una mano al chico para ponerse de pie.

-Ah, lo siento. Soy un poco… torpe a veces.

-Un poco, Maese Kamui, es ser modesto- Bromeó el hombre, a lo cual Kamui le dio un amigable golpe en el hombro. – Vinieron a ver los dragones, supongo? – El hombre les ofreció la mano que no sostenía al pequeño dragón para estrechar, y a Hikaru le alegró que finalmente alguien no la tratara como una princesa frágil e inútil. – Soy el encargado principal de las dragoneras, sean libres de pedirme lo que necesiten.

-Podemos acercarnos a ellos, tal vez? Quisiera que Hikaru los conozca, empezando con los que ya tienen un rider, y luego tal vez podamos buscarle un dragón para ella? – Sonrió el muchacho, sabiendo que Hikaru había estado deseando eso. – Será mejor comenzar con Dylan?

-Ciertamente, Maese Kamui, pero me temo que… Su dragón decidió irse hace dos días y aun no regresa.- El hombre le sonrió al príncipe de forma casi paterna.

-Oh… No dijo a donde iba, asumo?

-Como usual, no. Tal vez podamos visitar a otro?

-Empecemos por Snake, se encuentra más cerca. – Dijo el príncipe, y el hombre lo miró sorprendido, y, cuidando de modular su voz, preguntó.

-Snake, Maese Kamui? De seguro sería más conveniente empezar por otros un poco más…

-Snake estará bien – Comentó el muchacho con voz amigable, pero le dirigió al hombre una mirada que no daba lugar a discusiones. – Estoy seguro que Hikaru podrá con él. Después de todo – comentó con un tono un poco más burlón- escuché que pudo con el mismo Kaoru. – La pelirroja abrió los ojos de par en par y se sonrojó de pies a cabeza ante el comentario. Quien rayos le informaba a este chico de las cosas que sucedían!? De alguna forma, no veía a Kaoru contándole esa clase de cosas, por más hermanos que fuesen.

Tardaron poco tiempo en llegar a la cueva correspondiente. Era una de las primeras, en la hilera más cercana a la tierra. La entrada era enorme, no tanto por la altura sino por lo ancho, y adentro se encontraba oscuro y fresco. El hombre entró primero, seguido del príncipe, y finalmente Hikaru e Inui. Kamui elevó un brazo, recorriendo con la palma abierta en el aire una trayectoria imaginaria, y el techo, que Hikaru e Inui habían supuesto de piedra, se iluminó como cristales, alumbrando el recinto de una forma tenue. Kamui les indicó que se mantuvieran alejados por un momento, y se adelantó, arrodillándose justo al borde de lo que parecía ser una rústica tarima. Una serie de siseos sinuosos y afilados salieron de la boca del muchacho, como si salieran de la boca de una serpiente, y no tardaron en ser respondidos desde el oscuro fondo de la cueva, donde la luz no llegaba a alumbrar. La conversación continuó por unos segundos, y Hikaru se dirigió en voz baja al hombre.

-Disculpe, que es lo que está diciendo? – El hombre le ofreció una sonrisa, que le daba un aspecto amigable a pesar de su formidable físico.

-No lo se, Señorita. Maese Kamui es una de las pocas personas que puede comunicarse de esta forma con estas magnificas criaturas. Lamentablemente no puedo interpretarlo, pero puedo asumir que está advirtiendo a Snake que recibirá visita, y le estará pidiendo que sea amable con ustedes.

-No es un idioma que pueda aprenderse, entonces?

-No, me temo que no. Es un don con el que se nace. El príncipe fue agraciado con una magia tan potente, especialmente vinculada a la naturaleza, que puede comunicarse con casi todas las especies que habitan la tierra. Tal vez por esto es que su aptitud física es tan limitada. La naturaleza sabe que se necesita un balance. En los hermanos Kaidoh, esto se nota claramente. – La muchacha estaba absolutamente intrigada por esto, y sin pensarlo dos veces, preguntó.

-Y Kaoru? Cual es su…?

-Su Majestad Kaoru es un gran guerrero, un excelente general, que condujo y conducirá su reino siempre hacia la victoria. Lo podrá encontrar siempre en las líneas delanteras, y toma la derrota como algo inaceptable, y toma absoluta responsabilidad de ello. – Hikaru no pudo evitar fruncir el seño ante estas palabras.

-Sin duda es una actitud un poco dura, no? Después de todo no se puede ser perfecto, no puede pretender que…

-El Rey – La interrumpió el hombre, sonriéndole- vive para y por su ejercito. Tal vez le parezca obsesivo, pero le ruego que se tome un tiempo para entenderlo. Seguramente, si llega a conocerlo, entenderá de lo que hablo. – La pelirroja dudaba de que esto fuese cierto, pero no quiso aventurarse más en discutir con el hombre, que parecía serle absolutamente fiel a los hermanos Kaidoh. Tampoco la situación le dio mucho más tiempo de pensar, ya que de pronto la conversación entre Kamui y lo que parecía ser el dragón se detuvo, y una enorme cabeza de escamas negras con reflejos rojos se acercó desde el fondo de la caverna, iluminada tenuemente por los cristales del techo. Los ojos de la criatura estaban en Kamui, el cual aún se mantenía arrodillado y con la cabeza inclinada, en un gesto de respeto absoluto. El dragón lo observó detenidamente, dejó escapar otro siseo, y Kamui respondió, inclinando por un segundo aún más la cabeza, y luego se puso de pié y volvió a ellos.

- De acuerdo, está de suficiente buen humor, así que les explicaré como presentarse ante una criatura de este tipo. Siendo la primera vez, es muy importante, así que presten atención. Para empezar, deben inclinarse ante él, por nada del mundo lo miren a los ojos, y proyecten en su cabeza nada más que lo que ustedes son. Necesitan presentarse ante él tal cual son, sin mascaras, sin escudos. Tienen que dejar que el dragón vea su verdadera persona. Puede resultar difícil al principio, así que tal vez necesitemos varios intentos. Están listos?
Hikaru no estaba segura de poder hacerlo, pero se encontró asintiendo sin dudas, y acercándose, seguida de Inui, a donde Kamui les indicaba. Se postró ante la criatura y, recordando las explicaciones del chico, intentó proyectarse como ella era, simplemente. Una muchacha con deseos de aventura, de conocer el mundo y las personas. Con fuego de batalla dentro suyo. Pero simple, a pesar de lo que su titulo implicaba. Hija menor de un Rey, un buen Rey. Justo con su pueblo, justo con su familia.

- Solo eso?

Hikaru se sobresaltó, aunque su cuerpo se mantuvo inamovible. La voz había resonado a la par de una serie de siseos, pero aunque estos últimos parecían ser captados por sus oídos, las palabras resonaban en su cabeza, como si estuviesen siendo implantadas directamente. No tardó en darse cuenta que era el Dragón quien le hablaba. Sin saber exactamente cómo, intentó responder.

-A que te refieres, exactamente?

-Pregunto, criatura, si crees que eres solo eso.

-Es…- Hikaru pensó cuidadosamente su respuesta- es todo lo que se que soy. Pero ciertamente ese conocimiento puede cambiar. Aún no vivo mis últimos días. – El dragón siseó y a Hikaru le pareció que sonreía. La muchacha se atrevió a preguntar, desafiante pero con respeto- crees que soy algo más de lo que ves? – El dragón dejó escapar un rugido leve.

-Yo veo exactamente lo que eres, criatura. Pero tu… Tu no te conoces.

- Es probable- Contestó, sabiendo que aunque decía eso, pensaba que el dragón estaba absolutamente en lo correcto, aunque no tenía en claro el porqué. – Pero será interesante descubrirlo. Es parte del proceso. Me llamo Hikaru, no criatura. – Agregó, entendiendo por qué este dragón congeniaba tan bien con el Rey. El animal dejó escapar otro rugido, que pareció una mezcla de risa y fastidio. Luego de unos segundos que a Hikaru le parecieron eternos, el dragón le contestó con tono entretenido.

-Y mi nombre, Hikaru, es Snake. Confío en que seas una buena contrapartida para el humano al que permito subirse a mi espalda.

De pronto el dragón se alejó, rompiendo la conexión, y Hikaru elevó la vista a tiempo para vislumbrar un destello de fieros ojos verdes.

-Hikaru… - La voz sorprendida y solemne de Inui la despertó de su trance, y volteó para ver al muchacho, postrado al lado de ella y mirándola con los ojos abiertos como platos. Hikaru le devolvió una mirada inquisitiva, pero la voz de Kamui intercedió por él.

-No creo que…tengamos que preocuparnos por Hikaru, después de todo.

Cuando la chica volteó para ver al príncipe, lo encontró sonriendo de lado.

-A que te refieres…? – Kamui sonrió aun más ante la confusión de la pelirroja.

-Hikaru… Puedes hablar con los dragones.
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MensajeTema: Re: Capitulo 03   Capitulo 03 Icon_minitimeMar Abr 20, 2010 3:33 pm

Kyaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!
Este es uno de mis capitulos preferirdos!!!! >.<
Me encanta como se lleva Hikaru con Kaoru xD son tan graciosos y....cabezaduras!!!! xD

Y..aun sigo pensando que la escena de la enredadera es muyy hot xD

Y...dragones!!!!! waaaa!!! El dragon de Kaoru es tan....como él! jajaja




Citación :
No es… una persona de muchas palabras, evidentemente. Seguro eso refleja el vacío de su cabeza.

Me mori de risa con eso xD
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kaidoh-kiddo
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MensajeTema: Re: Capitulo 03   Capitulo 03 Icon_minitimeJue Abr 22, 2010 7:19 pm

Jajjaja pobre Kaoru, lo trata tan mal XDD Pero son tal para cual u.u

A mi siempre me causa gracia la forma delicada de decir que Kamui es un torpe que tiene el encargado de las dragoneras XD 'Su aptitud fisica es un tanto limitada' ... XDDD muy delicado XD

Hikaru y Snake... Debería haber explotado más eso u.u
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