What I Want
“Uno de estos días, Eimi…” Comencé. No estaba seguro si era una amenaza o no. Y quizás tendría mucho más efecto lo que decía si no estuviera abrazándola. Pero con Eimi todo era así. Fuego y hielo. Sí y no. Todo y nada. Yo y… Niou. “Uno de estos días vas a despertarte, y no voy a estar yo para frenar tu caída o fingir que nada pasó cuando vuelvas a la Tierra.”
Ella sólo se encogió de hombros suavemente, y mantuvo su sonrisa en sus labios enrojecidos. Daba la impresión de que no me tomaba en serio cuando me enojaba, porque nunca llevaba nada a cabo. Eimi sabía que mis palabras eran por lo general amenazas huecas. Pero… todo hombre tiene un punto que no puede soportar más, un punto de quiebre. Cada vez era más difícil soportar su actitud inmadura e infantil. Tenía 21 años, ya debería comportarse…. Diferente.
Yo sabía cómo eran las cosas cuando me enamoré de Eimi. Sabía que no era la persona más madura del universo y sabía que era una de las más caprichosas, aunque lo disfrazara todo con su sonrisa angelical que tenía la capacidad de dejar como idiotas a la mitad de la raza masculina –la mitad heterosexual, eso es-. Sabía que ella estaba con otro, y sabía que lo amaba. Pero también me quería a mí, y me había elegido a mí… de alguna manera. Tenía asumido que, en su mente, Niou siempre estaría primero, por mucho que ella lo negara e intentase demostrarme que no. Sólo había que verla cada vez que volvía de la casa de sus amigas, con noticias de Estados Unidos. Todavía lo quería. Y confiaba en que me amara a mí, pero no podía vivir sólo de una esperanza por el resto de mis días, por mucho que quisiera hacerlo.
Pero… demonios, la mataría demostrar un lado sensible cuando se trataba de ese tema? Sólo tenía que decirme la verdad, y yo la aceptaría. Podía vivir con la verdad. La duda? No demasiado.
Y sin embargo… Era tan atractiva y sensual mientras me aseguraba que me amaba y se empañaba en demostrarme exactamente cuánto… Me sacaba de juicio. Quizás eso era lo que ella quería. Sacarme de juicio, enloquecerme.
“Qué harás, amor, cuando tu belleza se desvanezca, eh?” Insistí una tarde, después de una de nuestras discusiones. Eran cada vez más cercanas, y las peores eran después que ella volviese de la casa de sus amigas, o de la del hermano de Niou. Pretendía que no le importaba y que no había preguntado por Él, pero yo lo sabía, y me molestaba que lo negara. “Qué harás cuando no puedas conseguir que el mundo gire a tu alrededor con un contoneo de caderas o un poco más de escote, o una sonrisa inocente llena de promesas falsas? Seguirías igual de orgullosa? No lo creo.”
Me molestaba que no confiara en mí para decirme la verdad. Me molestaba mucho más que el hecho de que no podía tolerar la idea de perderla. Y no podía decirle precisamente que podía convivir con el hecho de que Niou siempre sería su gran amor, si sabía que ella me elegía a mí ahora, si se quedaba conmigo.
Pero en cambio, lo negaba.
Y cada día, se hacía más intolerable.
Cada pelea, costaba más volver a ella.
Cada noche, tardaba más en acostarme a su lado.
El sexo parecía ser lo único que no había cambiado. Seguía siendo fantástico.
Y cada semana que pasaba, las peleas eran cada vez más grandes y cada vez más seguidas.
“Niña, tu juego me está hartando!” Escupí con su rostro entre mis manos. Había desaparecido medio día, y había mentido. Sabía que no podía estar con Niou, porque él no estaba en Japón, pero sabía claramente que no había estado con Gris porque la había visto a ella de casualidad. “Deja de mentirme! Eres una maldita hipócrita! Ni siquiera te lo crees tú!”
Eimi me empujó, molesta. “Salí con mis amigas!” Repitió. “Qué es lo que quieres escuchar, eh?! Que me estaba tirando a Mizuki? Que le di la mejor-…?!”
“No! Quiero saber dónde estuviste, y por qué me mientes!”
“Pues que mal, porque no pienso decírtelo después de esta escena.” Dijo ella con frialdad, intentando abandonar la cocina. La detuve antes de que fuera demasiado lejos, y la apoyé con fuerza contra la pared.
“Por qué me mientes cuando sabes que yo sólo quiero la verdad?” Dije con hastío.
Eimi suspiró. “Si te estuviera engañando, te lo diría.” Dijo, y no pude evitar percibir sarcasmo, ironía, en su voz. Se había vuelto cínica.
“No hagas promesas que no puedas cumplir conmigo.” Protesté. “Y no me importaría que lo hicieras.” Me arrepentí de esas palabras cuando vi la llama amatista de furia encenderse en sus ojos.
“Gracias, Yoshirou. Siempre es encantador saber lo mucho que te aprecia la gente! No te preocupes, ahora que sé que no te importa, voy a hacerlo.” Escupió furiosa, empujándome lejos de su cuerpo, y agarrando su bolso en su camino hacia el living.
Ese día fue el principio de todo. Fue la primera vez que yo no la detuve, y la primera vez que Eimi no volvió a besarme para solucionar todo. No supe en dónde estuvo, pero al día siguiente, ella volvió a mi departamento como si nada hubiera pasado, y casi tan pronto como llegó, me arrastró a la cama. Todo era físico con ella.
La paz relativa volvió, y duró al menos dos semanas, poco menos de dos semanas. Eimi actuó como la novia perfecta, haciendo planes a futuro, aceptando salidas, fantaseando conmigo… Todas cosas estúpidamente… cursis. No podía sacarme de la cabeza que parecían vacías.
Todo duró, hasta la noche de navidad.
La semana anterior, Eimi había estado particularmente efusiva e insistente con sus demostraciones de afectos, pero decididamente ausente. Como si quisiera ocultarme algo, o hubiese algo que la preocupaba demasiado…
Kaneda había organizado una fiesta por navidad en su casa de la costa, y nos había invitado, pero a último momento, Eimi había dicho que tenía que ver a su familia. Sospechaba que no era esa la razón en lo absoluto. Ella había evitado las fiestas de navidad desde pequeña, y sólo las disfrutaba cuando alguno de sus hermanos la invitaba a Irlanda con ellos.
Eimi desapareció toda la noche, y el día siguiente no pude encontrarla por ningún lado. Sí, en cambio, me encontré con Taisuke Niou. El chico me odiaba casi tanto como su hermano mayor, y el odio era mutuo. El verlo tan sonriente me dio mala espina, y todo empeoró cuando insinuó lo que me temía. Que Niou había vuelto.
No bastó mucho más para que me enfureciera. No quería imaginarme nada, pero no podía evitarlo. Por qué no me lo había dicho? Por qué había huido de la fiesta de Kaneda? Por qué había desaparecido, y no podía encontrarla, y no se había comunicado conmigo? Estaba con él? Era por eso que Taisuke Niou estaba tan sonriente? Porque Eimi había vuelto con su hermano? Sabía que el tema de la separación entre ellos había sido algo demasiado fuerte para el chico, y que, si tenía que tomar lados, elegiría a Niou. Pero adoraba a Eimi como una hermana, y más de una vez creí que estaba enamorado de ella.
No volvió hasta la noche siguiente, y para ese momento, mi cabeza ya estaba repleta de imágenes mentales horribles, y estaba furioso. Volvimos a discutir. Esa vez, las frases se volvieron más hirientes que nunca. La hice llorar de rabia y estuve tentado de golpearme la cabeza contra la pared para ver si así entendía cómo habíamos terminado casi agarrándonos de los pelos.
“Uno de estos días vas a dejar de fingir, y no te va a gustar lo que veas debajo de tus sonrisas falsas y tu estúpido paradigma falso!” Amenacé furioso. “Y lo más probable es que ni te importe, porque ya aprendiste el arte de la hipocresía!”
Como toda respuesta, recibí una sonora bofetada que ardió en mi mejilla como si fuera un hierro candente. Seguida tras unos instantes de sorpresa, por otra, igual de fuerte. Furiosa, Eimi arrojó un plato al suelo, desfrutando al verlo estallar en miles de pedazos. “Hipócrita? Te has visto a un espejo?! Tú fuiste el que sedujo a una chica ocupada!! No debería extrañarte que alguien lo hiciera conmigo!!” Soltó.
“Pues la verdad es que no! No con una chica como tú, que vendería su alma para vivir los sueños que ni siquiera está segura de soñar! Eres una niña malcriada y caprichosa y así te la pasas en el mundo! Lloriqueando o enseñando piel para lograr lo que quieras!! No tienes nada más que tus caprichos, Eimi!”
No era cierto. Me tenía a mí. Pero quería dejar dicho todo. Porque… no sabía hasta cuando me tendría. Y no sabía hasta cuando la tendría yo a ella. No quería perderla.
Era como una epifanía. Me escuchaba a mí mismo, pero no comprendía qué sucedía. No comprendía por qué no podía detenerme.
“Ay, por favor. Ahora eres Mister Moralidad? Tienes título y no lo sabía?!” Se burló.
“Qué harás cuando la gente deje de hablar de ti? Qué harás cuando a nadie le importe lo que hagas? Confías en las cosas y las das por sentado. Vas a quedarte sola, porque nadie va a soportarte!”
La frialdad y crueldad con la que me miró dolió físicamente. “Bien… Ahí tienes la puerta, Akazawa. Vete. No queremos que sufras con mi presencia.”
Solté un gruñido de pura frustración, pero la agarré con fuerza y la besé. No había nada más sexy que besar a Eimi cuando estaba furiosa. Respondía con tanta fuerza, tanta pasión…
“Vas a terminar quemándote con tu propio fuego.” Sentencié, apoyando mi frente sobre la suya. “Realmente me gustaría creer que no es tarde para que aprendas cómo ser una mujer… porque eso es todo lo que yo quiero.” Agregué.
“No quiero verte ahora. Qué dices, que no soy una mujer? Vete al infierno.”
“Eimi…” Solté, casi un gruñido. La besé de nuevo, y ella no me apartó. No respondió, pero tampoco me apartó. “Eimi… Eimi, Eimi, Eimi….” Agregué suavemente, besando su mejilla, su barbilla, su cuello. Realmente no quería perderla. No quería que estuviera con Niou. No lo soportaría. No era tan poco egoísta como creía y era mucho más posesivo de lo que me imaginaba… “Cásate conmigo.”
“Qué?!” Soltó ella mucho más sorprendida. Pestañeó, intentando procesar todo. Y luego… “Qué?!”
“Cásate conmigo.”
“De qué demonios estás hablando?!” Chilló, empujándome. La había puesto nerviosa, estaba casi histérica, y no paraba de gesticular grandilocuentemente con sus manos. “Te has vuelto loco?! Perdiste la cordura!”
“No! Quiero pasar mi vida contigo, y quiero que te cases conmigo!” Repetí, apoyándome contra la pared.
No eran celos ni posesión ni nada por el estilo, realmente me imaginaba un futuro con Eimi. Despertar todos los días a su lado, criar un niño o dos, tener un parque de diversiones personal… Me imaginaba a su lado toda mi vida, y era culpa de su bonita sonrisa y de la forma en que brillaban sus ojos cada vez que me veía y cada vez que la besaba.
“No. Estás mal de la cabeza. Yoshirou… Estás mal!” Protestó, pero lo estaba pensando. Lo sabía.
“Sé que nunca quisiste casarte, pero… no te pido que nos vayamos a Las Vegas y nos casemos ahora mismo.” Dije suavemente, recorriendo la distancia que me separaba de ella con cuidado. Puse mis manos sobre sus hombros. “Quiero que te cases conmigo, Eimi. Ahora o dentro de dos años o un mes.”
“Estás mal de la cabeza.” Repitió lentamente, pausadamente, separando cada palabra como si le hablara a alguien con problemas.
“Sí, por ti! Te amo, Eimi, y quiero pasar el resto de mi vida contigo.”
Ella guardó silencio y me dio la espalda. Me puso nervioso. Qué demonios estaba haciendo? Parecía discutir consigo misma, y no se estaba quieta, recorriendo la cocina de lado a lado. Me sentía al borde del patíbulo esperando una sentencie, e inconscientemente me quedé rígido, firme, mirándola. Era como ver a la Madre Superiora enfadada por algo.
Y de pronto, se detuvo.
Cuando volteó a mirarme, sonreía ampliamente.
Y asintió con la cabeza.
Y luego la tenía colgada del cuello, besándome con pasión.
“Sí! Quiero casarme contigo.” Me aseguró.
Tema: What I want ~ One-Shot 
Sáb Mayo 02, 2009 6:13 am
